China detectó en Shanghái y en otras zonas costeras del sureste del país materiales con radiactividad, aunque a niveles "extremadamente bajos" y no dañinos para la salud, según las autoridades.
Según recoge hoy la agencia oficial Xinhua, el Comité Nacional de Coordinación ante Emergencias Nucleares de China cree que se trata de radiactividad que llega en el aire desde la central japonesa accidentada de Fukushima Daiichi, y asegura que ante niveles tan bajos no es necesario tomar ninguna medida de protección.
En concreto, se ha detectado yodina 131 en el aire, aunque en niveles por debajo de una cienmilésima parte de la radiación ambiental natural, que no se consideran dañinos para la salud.
Se trata del mismo material que ayer y anteayer fue detectado, también en niveles bajos y no dañinos para la salud, en el aire de la provincia nororiental de Heilongjiang, a más de 2.000 kilómetros al norte, en la frontera con Rusia.
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Niveles bajos de radiación provenientes de la central nuclear de Fukushima en Japón se han detectado en un número creciente de regiones de Estados Unidos, sin embargo, la Agencia de Protección Medioambiental (EPA por sus siglas en inglés) indicó que los niveles no representan un riesgo para la salud pública.
“Hasta la fecha, los datos de tiempo real de las redes de vigilancia radiológica del aire de la EPA siguen mostrando fluctuaciones de niveles de radiación”, dijo Jonathan Edwards, director de protección de la División de Radiación de la EPA, en un comunicado este lunes. “Los niveles que estamos viendo están muy por debajo de cualquier nivel preocupante”.
Por lo menos 15 estados reportaron la detección de isótopos radioactivos en el aire o el agua y algunos en ambos. No hay estados que hayan recomendado a los residentes tomar yoduro de potasio, una sal que protege la glándula tiroides del yodo radioactivo.
Progress Energy informó el fin de semana que el yodo-131 fue detectado en el aire cerca de sus plantas de energía nuclear de Hartsville, Carolina del Sur, y Crystal River, Florida.
“Sabemos que no es procedente de nuestra planta”, dijo el portavoz del Progress Energy Drew Elliot. Se temía en un principio que las plantas nucleares estadounidenses eran las responsables del yodo radioactivo, ya que otros isótopos también detectaron los niveles, sin embargo, se descartó esa posibilidad.
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No es el título de la última telenovela mexicana. Este encabezado está en el centro de un largo contencioso que mantienen en España Google y la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD). La disputa es sobre quién debe retirar de Internet un enlace con información sobre una determinada persona cuando ésta así lo reclama. El conflicto se reproduce de un caso a otro casi siempre en los mismos términos: una persona que se considera perjudicada por una noticia o documento que existe en la red, a pesar de que las circunstancias que rodean el hecho hayan cambiado, no tiene a quién acudir para solicitar la retirada del enlace.
Aunque por ahora el caso está circunscrito a 90 demandantes en España y enfocado en Google, una sentencia sentaría jurisprudencia a lo largo de la Comunidad Europea y arroparía a los demás buscadores, y sobretodo a las redes sociales. Hasta aquí, la AEPD considera que no puede obligarse a la fuente de la noticia o documento a retirarla, porque ello alterara el propio historial. Google sostiene que su labor se restringe a buscar en la red y listar resultados: son aquellos que publicaron la información los responsables de retirarla. La AEPD responde que no se trata de suprimir una noticia del mundo real o del virtual, sino de proteger el derecho al olvido restringiendo el efecto multiplicador sobre el contenido que poseen los motores de búsqueda.
Me llama la atención que los demandantes exijan el derecho a suprimir (olvidar) aquellas noticias alrededor de las cuales las circunstancias hayan cambiado. Eso podría aplicarse a cientos de cosas, no sólo a aquellas de las que hemos sido acusados de forma injusta, sino a todas esas cosas que s ocurrieron y de las que nos arrepentimos, esas cuya reproducción antes estuvo restringida por la existencia de fotografías (que se ponen ocres con el tiempo), cartas (que se pueden destruir), o en la memoria de testigos (que es perecedera, no es de fiar, y en última instancia también desaparece).
Si los datos que difunden el Gobierno de Japón y otras agencias internacionales sobre los niveles de radiación tras el desastre de la planta nuclear de Fukushima son correctos, hasta ahora no habría razones contundentes para preocuparse. El problema surge cuando en la agenda pública irrumpen distintas apreciaciones sobre la magnitud de la radiación, desde las más catastróficas, hasta las más conservadoras.
Un reportaje de la agencia Reuters, divulgado el pasado 16 y que cita como fuentes al Consejo de Energía Atómica de Taiwán, Asociación Nuclear Mundial, Departamento de Transporte de Estados Unidos y Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, relativiza los efectos que pueda tener la radiación actual en el organismo humano.
Como una radiografía
El martes por la noche, de la semana pasada, los niveles de radiación en los alrededores de Tokio fueron de menos de 1 microsievert (que es la milésima parte de un milisievert). Si bien eso se ubica casi 10 veces por encima de las lecturas normales, los expertos dicen que es una cantidad de radiación mínima e incluso más pequeña que la que genera una radiografía dental, que tiene unos 10 microsieverts.
Incluso si una persona estuvo expuesta a ese nivel de radiación en Tokio durante todo el año, es una cifra que asciende a alrededor de un tercio de la radiación de una tomografía computarizada en un solo órgano.
Tal y como informa la propia compañía, aunque formalmente la oferta cloud se ha lanzado este ejercicio, durante el pasado año Ibermática ya explotó servicios en la nube en modo marca blanca para terceros, como en el caso de los servicios de datacenter en Jazztel. Este hecho la posiciona como una de las compañías pioneras en la explotación de servicios cloud dentro del mercado nacional.
Su oferta, a la que se ha denominado Ibercloud, está compuesta por dos líneas de comercialización diferenciadas y a la vez complementarias. La primera en modo marca blanca para otras organizaciones, donde Ibermática actúa como proveedora de servicios cloud, y la segunda a través de su propio canal de ventas y, por tanto, como proveedora directa con los clientes, ofreciendo servicios de valor añadido, al integrarse la oferta cloud en el portfolio global de la compañía.
La oferta de servicios cloud y de servicios de outsourcing de Ibermática es complementaria. El resultado es, en primer lugar, una considerable reducción de costes TI en la empresa y, al mismo tiempo, una mayor concentración de tiempo y recursos en el core de su negocio y en la relación con los clientes. Y es que, además, un proveedor especializado en tecnologías de la información como Ibermática siempre será más eficiente en el uso de los recursos y posibilitará un acceso rápido a las últimas novedades del ámbito TIC, entre otras ventajas.
Portfolio de servicios ‘Ibercloud’