Si los datos que difunden el Gobierno de Japón y otras agencias internacionales sobre los niveles de radiación tras el desastre de la planta nuclear de Fukushima son correctos, hasta ahora no habría razones contundentes para preocuparse. El problema surge cuando en la agenda pública irrumpen distintas apreciaciones sobre la magnitud de la radiación, desde las más catastróficas, hasta las más conservadoras.    

Un reportaje de la agencia Reuters, divulgado el pasado 16 y que cita como fuentes al Consejo de Energía Atómica de Taiwán, Asociación Nuclear Mundial, Departamento de Transporte de Estados Unidos y Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, relativiza los efectos que pueda tener la radiación actual en el organismo humano.

Como una radiografía

El martes por la noche, de la semana pasada, los niveles de radiación en los alrededores de Tokio fueron de menos de 1 microsievert (que es la milésima parte de un milisievert). Si bien eso se ubica casi 10 veces por encima de las lecturas normales, los expertos dicen que es una cantidad de radiación mínima e incluso más pequeña que la que genera una radiografía dental, que tiene unos 10 microsieverts.    

Incluso si una persona estuvo expuesta a ese nivel de radiación en Tokio durante todo el año, es una cifra que asciende a alrededor de un tercio de la radiación de una tomografía computarizada en un solo órgano.    

Las personas están constantemente expuestas a cierto nivel de radiación natural. Se exponen a pequeñas cantidades al sentarse en aviones y realizarse radiografías de rutina, y a cantidades mayores al someterse a controles médicos como tomografías computarizadas y resonancias magnéticas.    

Dependiendo de la ruta de vuelo, viajando a una altura de 40.000 pies (unos 12.000 metros) los pasajeros están expuestos a una radiación de entre 3 y 9 microsieverts por hora, mucho más que los niveles observados en Tokio hasta el momento.    

Generalmente, las personas están expuestas a alrededor de entre 1 y 10 milisieverts de radiación al año por exposición natural causada por sustancias radiactivas presentes en el aire y el suelo. Mil microsieverts equivalen a un milisievert.    

Una tomografía computarizada de todo el cuerpo da una dosis de radiación de entre 20 y 30 mSv, mientras que la de un sólo organo involucra una dosis de menos de 10 mSv.


Los sieverts

La radiación se mide en sieverts, que cuantifican la cantidad absorbida por el tejido humano. Un sievert equivale a 1.000 milisieverts.    

El miércoles por la mañana, los niveles en la planta de Fukushima alcanzaron 10 milisieverts por hora antes de caer a alrededor de 3 milisieverts, informó la agencia de noticias Kyodo citando a la agencia de seguridad nuclear de Japón.    

La madrugada del martes, el nivel alcanzó un máximo de 400 milisieverts por hora, 20 veces la exposición anual de algunos empleados de la industria nuclear y los mineros de uranio.  

EFECTOS SOBRE EL ORGANISMO     Si los datos que llegan desde Japón no fueran los microsieverts reportados, sino milisiervets, los efectos serían trágicos. A continuación, se presentan diferentes niveles de exposición a la radiación  todos medidos en milisieverts (mSv)- y sus probables efectos en los seres humanos, según lo publicado por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos:    
- Exposición de 50 a 100 mSv: cambios en la química sanguínea     – 500 mSv: náuseas, en cuestión de horas.     - 700 mSv: vómitos     - 750 mSv: pérdida de cabello, dentro de 2 a 3 semanas     - 900 mSv: diarrea     - 1.000 mSv: hemorragia     - 4.000 mSv: posible muerte dentro de dos meses si no hay tratamiento     - 10.000 mSv: la destrucción de la mucosa intestinal, hemorragia interna y muerte en una a dos semanas     - 20.000 mSv: daños al sistema nervioso central, pérdida de la conciencia en pocos minutos y muerte en cuestión de horas o días.

FUENTE: www.lostiempos.com