Al mismo tiempo que el Secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, sostuvo una reunión privada con el gobernador Angel Aguirre Rivero, 400 elementos de la Policía Federal arribaron, por aire y tierra, con la consigna de realizar acciones de vigilancia y diversos operativos en Acapulco como parte de la operación coordinada Guerrero Seguro.
Poco antes de las 15:00 horas, el funcionario federal llegó al hangar privado en el aeropuerto de Acapulco, acompañado de Luis Cárdenas Palomino, jefe de la División de Seguridad Regional de la SSP.
En medio de un fuerte dispositivo de seguridad, el responsable de la Seguridad Pública nacional se enfiló, por todo el Boulevard de las Naciones, hacia la Casa Acapulco para mantener una reunión privada con el mandatario guerrerense y los integrantes del Grupo de Coordinación Guerrero.
Por la mañana, la propia Secretaría de Seguridad Pública federal emitió una información oficial en el sentido de que un contingente de al menos 400 elementos de la Policía Federal había partido de las instalaciones de su Centro de Mando hacia el Estado de Guerrero.
Un elemento de seguridad privada que regresaba de la calle se percató que algo raro sucedía en el interior, por lo cual decidió no ingresar y pedir ayuda a la Policía.
Elementos de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina acudieron a la entrada principal ubicada sobre la calle Rabaúl e ingresaron junto con el denunciante y encontraron a cinco vigilantes golpeados, esposados y tendidos en el suelo.
Uno de los vigilantes heridos indicó que dos sujetos llegaron a bordo de un tractocamión amarillo y les permitieron el acceso; sin embargo, atrás de ellos ingresaron más personas portando armas de fuego y los amagaron.
Minutos más tarde llegó el supervisor de la empresa de seguridad acompañado por otro elemento, pero al ingresar fueron abordados por los delincuentes, quienes los metieron a la cajuela de un Tsuru.
Un hombre uniformado de 1,90 vigila la entrada panadería en el norte de la capital costarricense. No sonríe, no se mueve. Tiene la actitud de un guardia suizo, pero sostiene un fusil y viste camisa gris con pantalón negro tipo cargo, con el inevitable chaleco antibalas y un sistema de comunicación que podría activar en segundos todo un dispositivo de seguridad privada. Deja ver una estrella de apariencia metálica que dice “security officer”, así, en inglés. Se llama Mario Mitchell y fue policía cuatro años antes de ser reclutado por una empresa particular durante el boom de este negocio. Ha servido de custodio en un banco, un hotel y una joyería, pero hace cinco meses se sorprendió al conocer su nueva localización: una pequeña panadería de cinco empleados. A otro amigo suyo le asignaron vigilar una tienda de ropa infantil.
Cualquiera pasa por esa calle y ve vigilantes en la puerta de los locales comerciales que, se supone, procuran estar seguros y parecerlo, aunque no siempre lo logren. “Yo prefiero venir sola a comprar el pan. No me gusta que mi hijo, de seis años, tenga que venir y ver una especie de soldados cuidando que nadie se robe los tosteles (la repostería). Por eso el pan está más caro”, dice Marta Obando con la contundencia de quien ha discutido ya sobre el tema hasta con el dueño de la panadería, un hombre tímido y bajito que apenas se atreve a dar un dato valioso: nunca lo han asaltado a él ni a su negocio, pero le tiene pavor a la posibilidad de que eso ocurra en esta calle repleta de rejas.
A este un nuevo nicho de negocio, el sector de seguridad privada decidió llamarlo “Turismo Blindado”, y que a pesar de que se cobra por hora, su costo puede ir de mil a dos mil dólares por estancia, aunque dependerá del nivel de riesgo a que el contratante estará expuesto.
“Por ejemplo, la protección a empresarios que vienen de otros países al nuestro a hacer negocios, y solicitan autos blindados, guardias armados, con la finalidad de evitar ser víctima de un accidente casual, o de la delincuencia organizada”, aseguró.
Las ciudades en las que han visto mayor incremento son: Monterrey, Guadalajara, Acapulco, Veracruz y Morelos, “donde hoy la problemática existe y en donde alrededor de un millón de personas han dejado de visitar esos lugares”, comentó.
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El grupo español Neat, especializado en tecnología aplicada a entornos asistenciales y de seguridad privada, ha adquirido la compañía australiana TeleMedCare, informaron fuentes del grupo.
Aunque las cifras de la compra no han sido facilitadas, el grupo ha comunicado que su adquisición le supondrá una inversión de entre 3 y 4 millones de euros en los próximos seis meses.
Este grupo espera facturar en 2012 alrededor de 16 millones de euros, sumando los ingresos de todas sus divisiones, pero prevé que la división de salud le reporte unos ingresos de 12 millones en los próximos tres años.
TeleMedCare está especializada en soluciones de telemonitorización de pacientes con enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, obesidad o EPOC.
FUENTE: www.expansion.com