El sábado por la noche Roberto Mouras se vestía de fiesta para algunos fanáticos de la Renga. El acceso fue similar al de cualquier show multitudinario (oficialmente se habla de unas 47 mil personas, pero la percepción es de 60 mil o más). Esto es: un largo camino hasta el escenario con seguridad privada a los costados y cacheos obligados. La principal diferencia con otros conciertos fue la falta de presencia policial y de seguridad vial en la ruta 2.
Quizá por esto último, el grupo decidió retrasar el comienzo de su presentación: esperar pacientemente a los que llegaban sobre la hora, pasadas las 21.30, para que así no hubieran incidentes. Al arrancar el show, se prendió la primera bengala de varias que se verían a lo largo del recital, la mayoría de color rojo. Además, se sumaron a lo largo de la noche tres tiros y cañitas voladoras.
A los costados del predio -ya fuera del pogo- se veía pasar a los de la cruz roja y a los de seguridad del show con personas en brazos, desmayadas quizá por algún exceso o falta de aire. Algo que a esta altura ya parece “normal” en cualquier evento musical.
Para volver, después de una caminata a oscuras, se llegaba a una ruta 2 de dos vías, con la banquina y un carril lleno de autos estacionados. El regreso se demoraría un buen rato dado el gran caudal de autos de rengos que asisteron al llamado de la banda.
FUENTE: www.clarin.com