En síntesis

Torrente, expolicía dedicado a la seguridad privada, célebre por su ideología e inconfundible por su higiene, acaba en la cárcel traicionado por su joven ayudante pajillero. Tras escapar, deberá encontrar al culpable, hacerse millonario y salir de la indigencia en la que malvive.

Comentario

Manual de instrucciones para disfrutar, y entender, la cuarta entrega de la serie más exitosa del cine español: imprescindible un conocimiento medio de las caras, nombres y rimas internas de la cultura 'trash' española. Esa que se nutre del abono televisivo, que se retroalimenta de sí misma como una dinastía bastarda en degeneración geométrica, que se expande por revistas o campos de fútbol creando una realidad paralela independiente del discurrir del mundo normal. Porque si por algo destaca 'Torrente 4', además de por su desbocada energía, el desfile de mujeres-cuerpo y por su trama mínima, excusa perfecta para su humor entre el slapstick', el absurdo, la crítica social o el marraneo, es por su capacidad de canibalizar salvajemente y sin piedad todo un aspecto y una galería de personajes de la España contemporánea. Belén Esteban, Paquirrín y Carmen Martínez-Bordiú son algunos de los muchos personajes de la 'famosfera' española que se prestan al ejercicio iconoclasta que les propone Segura: alimentar con su imagen pública la enorme pira (que no alegoría) de un país volcado al cutrerío. Que en una de las secuencias cumbre Esteban (o su álter ego de casera insoportable) muera arrojada por el hueco de una escalera sólo puede entenderse como un asesinato alegórico, justicia poética: alguien que ha nacido y crecido alimentada por los medios sólo podía morir en una escena de ficción.

Caspa 3D

Sí, 'Torrente' es una tontería, pero también un ejercicio de libertad cinematográfica. Más que nunca, Segura hace lo que quiere, y aunque no alcanza las cumbres humorísticas de la segunda entrega, funciona como el contraplano del 3D establecido por 'Avatar', de James Cameron: lo que allí era una ventana hiperreal a un mundo imposible, aquí es un enorme espejo deformante, una lupa descomunal, que pone en primer término lo más desagradable de nuestro país.

FUENTE: www.publico.es