Una célula de una banda organizada búlgara que se dedicaba a colocar billetes falsos de 50 y 100 euros en establecimientos comerciales del norte de España fue desarticulada por la Policía Nacional en la capital lucense, en una operación en la que contó con la colaboración de los servicios de seguridad privada del centro comercial As Termas.
Los agentes policiales detuvieron en la tarde del pasado viernes a dos inmigrantes búlgaros en el aparcamiento de la planta baja de esta gran superficie. En su poder hallaron en total casi 7.000 euros en billetes falsos de 50 y, sobre todo, de 100.
En principio, los investigadores creen que esta célula no llegó a colocar ningún billete falsificado en los locales de As Termas, ni en otros establecimientos comerciales de la capital lucense. Según informaron ayer fuentes policiales, por ahora no se han presentado denuncias en la Comisaría de Lugo.
Fuentes próximas a la investigación explicaron que se trata de falsificaciones de buena calidad, difíciles de apreciar a simple vista por los comerciantes que no cuenten con dispositivos especiales para detectarlas.
En donde sí creen que pudieron distribuir esa moneda falsificada fue por pequeños establecimientos de Pontevedra, aunque esa hipótesis no pudo ser confirmada oficialmente.
Esta célula de un grupo organizado búlgaro que cayó en Lugo precisamente debió llegar a la capital lucense procedente de la Ciudad del Lérez. Se está investigando si los detenidos pudieron operar en otras localidades gallegas y del resto de la cornisa cantábrica porque también les hallaron artículos adquiridos en comercios del País Vasco.
operación. La voz de alarma saltó a primeras horas de la tarde del pasado viernes, cuando el personal de la seguridad privada de As Termas sospechó de ambos individuos porque se dedicaron a entrar y salir de varios locales del centro comercial sin realizar compra alguna.
Al parecer, los dos sospechosos se dedicaban a comprobar las medidas de seguridad de que disponía cada establecimiento, como por ejemplo la situación de las cámaras de vigilancia, sin probarse ninguna prenda, ni preguntar a los dependientes por artículo alguno. Las fuerzas del orden suponen que así estaban haciendo acopio de información para determinar qué locales podían ser los más propicios para dar posteriormente el golpe.
Los agentes de la Policía Nacional que intervinieron en la operación localizaron a los dos inmigrantes búlgaros en el aparcamiento inferior del centro comercial, en donde habían dejado estacionado el vehículo en el que se desplazaban.
Uno pudo ser identificado en el mismo lugar, mientras que el otro, que no portaba documentación, lo fue en comisaría. Ambos delincuentes cuentan con antecedentes policiales. Uno presuntamente es reincidente porque en su currículo tiene arrestos por falsificación de moneda y el otro por robo con violencia.
Registros
Cuando los efectivos policiales los cachearon llevaban encima en metálico, entre ambos, cerca de 3.000 euros en billetes de 50 de curso legal. Pero además portaban ocho ilegales de 100 euros.
Al dar en el aparcamiento con el vehículo que utilizaban para desplazarse, los agentes comprobaron que el maletero y los asientos posteriores estaban abarrotados de bolsas con artículos de todo tipo, desde alimentación a limpieza, textil, zapatería e incluso de pesca.
Hallaron facturas de compra de varios establecimientos de Pontevedra y del País Vasco, por lo que creen que operaban a lo largo de todo el norte de España, sobre todo en tiendas de barrio más que en las de conocidas marcas. Se sospecha que en la ciudad de Lérez debieron pasar al menos un par de días.
Los agentes inspeccionaron entonces el interior del vehículo. Hallaron, bien ocultos, un fajo de casi 7.000 euros en billetes falsificados sobre todo de 100 -tenían también alguno de 50- y otro de aproximadamente la misma cantidad, pero de billetes de curso legal de 20 y 50.
Los dos ciudadanos búlgaros arrestados, de los que no se ha facilitado su identidad, permanecen en los calabozos de la comisaría. Podrían no prestar declaración en el juzgado de Instrucción número uno de Lugo, que se encuentra de guardia, hasta mañana.
Los investigadores tuvieron problemas para poder interrogar a los detenidos porque éstos apenas hablan castellano y además tardaron en localizar a un traductor de búlgaro, una situación que se suele repetir cuando se trata de lenguas minoritarias.
FUENTE: elprogreso.galiciae.com