La tensión de un partido con el ascenso a Primera en juego explotó tras el encuentro: cuando el Granada celebraba su éxito, el público local invadió el campo y la policía debió intervenir junto a la seguridad privada del estadio para evitar que los aficionados se enfrentaran a los futbolistas visitantes, que en algún caso se despidieron entre cortes de mangas, mientras eran zarandeados.
Fue el último episodio de un enfrentamiento que comenzó el pasado miércoles, cuando radicales de la afición local apedrearon el autobús visitante. Ayer, miles de aficionados del Elche aguardaron la llegada del autocar del cuadro andaluz entre fuertes medidas de seguridad. De entre la multitud volaron algunas piedras que impactaron sin consecuencias en el vehículo. La policía a caballo tuvo que intervenir para aumentar la distancia entre los jugadores y la primera línea de aficionados ilicitanos, aunque los del Granada ganaron la entrada del estadio sin problemas. Finalmente, la agitación se transformó en gritos de ánimo cuando la afición verdiblanca atisbó la presencia del autobús del Elche. Tracas y bengalas adornaron el desfile de los jugadores, que algunos rompieron para saludar a los aficionados. Unos 320 efectivos, entre agentes de la Policía Nacional, la municipal y los de la seguridad privada tuvieron que emplearse durante el encuentro. El Martínez Valero registró un lleno, 34.000 espectadores, y, antes de la invasión del campo, se llegaron a lanzar unas gafas de sol o una botella de agua al terreno de juego.
Los hinchas del Granada, 600 llegados en autobuses y hasta casi un millar en vehículos particulares, entraron al estadio poco antes del partido. Fueron ubicados en una esquina de la grada alta y pasaron inadvertidos hasta que los jugadores del conjunto entrenado por Fabri González se acercaron al córner a saludarles. Un breve instante de animadversión general y algunos insultos conformaron el peor momento para los granadinos, que luego lograron el ansiado ascenso a Primera 35 años después.
FUENTE: www.elpais.com