Una nueva encuesta del ‘Observatorio de Vuelos' analiza la experiencia de los viajeros al atravesar los controles policiales de los aeropuertos. El registro de los líquidos en el equipaje de mano, los cacheos por parte de personal de seguridad privada y la obligación de descalzarse tras pasar los arcos de seguridad son los momentos más desagradables para los usuarios hasta el punto de que un 26% tacha la experiencia como "lo peor del viaje".
El ‘Observatorio de Vuelos'continúa con su compromiso de liderar el análisis sobre el mercado aéreo. En esta 9ª edición, presenta los resultados de la encuesta ‘¿Sufres el ‘síndrome del delincuente' al superar el control policial del aeropuerto?', realizada por más de 1.500 personas a través de la web y de las redes sociales Twitter y Facebook.
En la encuesta, realizada entre usuarios habituales del transporte aéreo, se analiza de manera pormenorizada las sensaciones de los usuarios al atravesar los controles policiales de los aeropuertos, considerado "lo peor del viaje" por un 26% y una experiencia que genera nervios y malestar para otro 36% de los encuestados, sumando un total de 62% quienes aducen sufrir el ‘síndrome del delincuente' ante esta situación. Un 86% de los encuestados manifiesta haber sido cacheado al menos en una ocasión, mientras un 9% sufre cacheos casi en la totalidad de los vuelos y hasta un 30% los ha padecido en tres o más ocasiones.
Sin embargo, antes del cacheo nos enfrentamos a los arcos de detección de metales que, según el 72% de los viajeros, tienen una excesiva sensibilidad, que hace saltar las alarmas sin motivo. Después, la obligación de descalzarse es otro de los requisitos de seguridad que exaspera a los usuarios. Hasta un 66% se ha visto obligado a despojarse de sus zapatos, de los cuales más de un 33% lo ha hecho en más de 3 ocasiones.
Al pasar el equipaje de mano por la cinta, los nervios se repiten. El control sobre los líquidos y las medidas de los recipientes permitidos para su transporte genera malestar entre los viajeros, especialmente cuando son obligados a deshacerse de ellos, lo que le sucede al 56% de los encuestados. Además de la molestia, surge la discrepancia sobre el destino final de los objetos incautados, ya que para un 65% se los queda el personal, mientras un 35% opina que los desechan y solo un 5% opina que los reciclan, frente al 2% que considera que se entregan a diversas ONGs.
FUENTE: www.extremaduraaldia.com