Dinero acorazado
La venta de cajas fuertes a particulares ha aumentado en lo que va de año un 15% por la incertidumbre financiera
Familia de clase media, con unos ahorros en la cuenta bancaria y con temor a un eventual corralito bancario. Éste es el perfil de los nuevos clientes de las empresas de seguridad privada que, al margen de los establecimientos comerciales, bancos y empresas que están obligados por ley a contar con cajas fuertes y sistemas de seguridad, han notado un repunte en lo que va de año de un 15% en la venta de cajas a particulares que persiguen 'acorazar' los ahorros de toda una vida.
Por lo general, buscan cajas de grado dos de seguridad, por importes que oscilan entre 800 y 900 euros. Aunque también se está dando salida en ferreterías y supermercados a cajas de caudales y cajas fuertes, sin homologar, por 200 o 300 euros. Las cajas homologadas son de grado 2, 3, 4, 5 y 6, y éstos varían en función del volumen y del grosor de la caja, siendo a la postre los que garantizan una mejor respuesta ante los ataques en caso de robo. A mayor grado de seguridad, mayor será el tiempo que un amigo de lo ajeno necesitará para hacerse con el botín, siempre y cuando cuente con instrumental contundente (radiales, palancas, marros, hachas...).
El gerente del Grupo Sureste, José Trigueros, explica que «nosotros intentamos vender un grado cuatro pero, por lo general, se llevan los iniciales»; es el caso del grado dos, donde el caco deberá utilizar una radial, como mínimo, para tratar de atravesar una placa de ocho centímetros de grosor a base de metal, hormigón de alta dureza y más metal.
«Con el grosor filtramos el tipo de caco, uno del montón no puede abrir una caja homologada, y así garantizamos el tiempo de respuesta para notificar el robo y que las fuerzas de seguridad actúen. En cambio, una caja sin homologar ofrece una resistencia mínima ante un ladrón, porque es una caja con una chapa metálica de ocho milímetros», según ejemplifica Trigueros.
En lo que va de año, esta empresa ha aumentado sustancialmente la venta de cajas a particulares; en 2011 vendían una cada quince días y, en 2012, «rozamos la venta de tres al mes. La situación financiera del país y la sensación de inseguridad que generan los bancos han provocado este repunte de cajas fuertes en familias con poder adquisitivo medio y medio-alto frente al empresario de toda la vida», afirma José Trigueros, desde esta empresa situada en Ronda Sur y dedicada a la seguridad privada desde hace 19 años.
Este perfil de clientes busca asegurar lo que en Grupo Sureste han bautizado como 'kit básico': «No sacan todos sus ahorros del banco, pero sí una cantidad para poder afrontar un hipotético corralito financiero, que es su mayor miedo». A este perfil de clientes hay que sumar los supervivientes de la burbuja inmobiliaria. «Vienen de la construcción y de servicios relacionados con el sector, han movido dinero negro y todavía pueden conservar cantidades de hasta 100.000 euros, y ahora tienen desconfianza», afirma Juan Mingot, Gerente de Tankat Seguridad, que opera por toda España desde sus sedes en Alicante, Madrid y Málaga.
Pero la crisis económica no solo ha provocado en la sociedad desconfianza hacia las entidades bancarias, también ha aumentado la sensación de inseguridad entre empresarios y propietarios de residencias en la costa murciana. Ángel Lozano, de Gunnebo España, responsable de zona en Alicante, Murcia y Albacete, explica que «la venta de cajas domiciliarias ha aumentado en chalés y viviendas en la costa murciana. Meten el dinero de las vacaciones, tarjetas de crédito, joyas y hasta las llaves del coche». La duda más recurrente que tienen los clientes es el precio y saber cómo se instala la caja.
«Aunque los polígonos industriales son los que más están comprando. Sobre todo en Jumilla, Yecla, Cartagena, Caravaca de la Cruz, Mula y Murcia», según Ángel Lozano, de Gunnebo. «Los empresarios piden cajas macizas, ancladas y sin obra, de 100 kilos y 220 kilos, por el miedo a los robos, sobre todo en el sector del mueble». Se gastan una media de 900 a 1.600 euros. A pesar de los cambios que ha introducido la situación financiera en el perfil de los clientes, hay una cosa que no cambia la crisis, el lugar para colocar la caja fuerte: «detrás de un cuadro, en los armarios y bajo la cama». Un clásico
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FUENTE:La Verdad (Murcia)