Miguel perdió su teléfono en el tren. No pasa nada, pensó. ¡Es el móvil de la empresa. Así me darán otro nuevo! Error. Ése fue sólo el principio de sus problemas y no sólo para él, sino también para su compañía, que de la noche a la mañana se encontró con facturas a su nombre de servicios que nunca había contratado.

La mayoría de las empresas son conscientes del riesgo que supone viajar con ordenadores portátiles sin proteger: desde contraseñas hasta antivirus. Sin embargo, no ocurre lo mismo con los teléfonos móviles, sobre todo entre autónomos y directivos de pequeñas y medianas empresas, a pesar de que dos de cada diez personas han perdido alguna vez su teléfono. La mayoría creen que el número secreto que se marca para encender el dispositivo es suficiente, sin tener en cuenta que la mayor parte de la información se almacena en el teléfono y que se puede acceder a ella fácilmente.

Con la nueva generación de smartphones, un móvil ya no sólo sirve para recibir llamadas o hacer fotos, sino que se trata de un auténtico ordenador en miniatura, donde se guarda desde información de clientes hasta datos confidenciales de la empresa, sin olvidar claves y contraseñas de usuarios de redes sociales e, incluso, de cuentas bancarias.

Hasta hace poco, si a alguien le robaban un móvil, era suficiente con anular el número para evitar la llegada de una factura escandalosa. Y hasta ahí el problema. Pero ahora, los cibercriminales pueden utilizar estos dispositivos para robar información y suplantar no sólo la identidad de una persona, sino también la de una empresa.

Gemma, una pequeña empresaria de Cataluña, cuenta en su blog cómo le estafaron más de 3.000 euros contratando líneas telefónicas: sólo necesitaron el CIF de su negocio y sus datos personales, algo fácilmente localizable en la Red. No quiere ni imaginarse lo que un ladrón de guante blanco podría haber hecho si hubiera tenido acceso a los emails de su móvil o, incluso, a los contactos de sus clientes.

Protección
Además, perder un teléfono móvil también puede traer complicaciones legales, ya que la protección inadecuada de información de terceras personas puede ser objeto de una reclamación ante la Ley de Protección de Datos.

Suplantación de identidad, robo de clientes, información privilegiada, boicot empresarial. Son muchos los delitos y las estafas de las que puede ser objeto una persona y una compañía. De hecho, el 33% de los usuarios españoles de smartphones accede a su banco a través del teléfono móvil, ya que la mayoría lo considera seguro. Sin embargo, sólo un 12% tiene instalado un antivirus en su teléfono. Y lo que es peor, un tercio utiliza el teléfono para guardar datos personales, como contraseñas.

Estas costumbres se extienden también a otros dispositivos, como las tabletas, que se conectan a todo tipo de redes WiFi no seguras, sin tener en cuenta el interés que despiertan entre los amigos de lo ajeno.

Listas de contactos, historiales de llamadas y, también, fotografías y vídeos personales. Cualquier información es susceptible de ser mal utilizada en las manos equivocadas, por lo que proteger este tipo de dispositivos se ha convertido en una prioridad para las compañías.

Las firmas especializadas en seguridad tecnológica han desarrollado aplicaciones de todo tipo. A partir de aproximadamente 30 euros anuales se pueden contratar estos servicios.

Vanessa González, directora de Marketing Iberia de Kaspersky, explica que, en caso de pérdida del teléfono, existe una aplicación que permite, por ejemplo, bloquear los archivos personales o, si hay sospechas de que se trata de un robo y va a ser difícil recuperar el dispositivo, se puede dar orden de borrado. El usuario sólo tiene que mandar un mensaje de texto.

Los operadores de telefonía móvil también ofrecen la posibilidad de bloquear un dispositivo, siempre que previamente el usuario haya anotado el número de registro de su teléfono. La tecnología siempre intenta ir un paso por delante. El sistema de Kaspersky, por ejemplo, incluye una función conocida como GPS Find, que utiliza los servicios de geolocalización para indicar la posición exacta del dispositivo y, en caso de robo, incluso es capaz de identificar el número de teléfono de la persona que está utilizando el móvil sustraído.

Pero las nuevas aplicaciones no sólo sirven para evitar los fraudes, sino también para perseguir al culpable una vez que se ha cometido. Denodo es una firma con oficinas en Silicon Valley, Londres y Madrid que se ha especializado en seguir la huella digital que las personas dejan al utilizar Internet para localizar a los morosos.

Huella digital
En tiempo de crisis, más de la mitad de las facturas no se pagan en plazo. Se calcula que alrededor del 25% de las quiebras se debe a la morosidad, una práctica cada día más extendida. Además de las empresas especializadas en recobros, Denodo ha encontrado en las nuevas tecnologías un nicho de mercado para localizar a quienes se niegan a pagar. La firma cuenta con varios robots que repiten procesos de navegación online, de forma que capturan información útil en la gestión de clientes. Desde la compañía, aseguran que este proceso se hace respetando la Ley de Protección de Datos.

Instituciones financieras, inversores y agencias de recobro utilizan esta tecnología, que si bien se ha centrado en la búsqueda de morosos, podría emplearse para la localización de otro tipo de fraudes y delitos. También es importante, a título individual, saber que “gran parte de la huella digital es absolutamente controlable por el usuario, ya que podemos decidir con exactitud qué mensajes publicamos en Twitter, qué parte del perfil de Facebook es público o qué datos personales ponemos en LinkedIn o damos al colgar un anuncio en un portal especializado”, explica David Sánchez, director general de Denodo.

FUENTE: www.expansion.com