Fotos panorámicas de riesgo para la intimidad
Los responsables de la protección de datos van a remolque de las nuevas tecnologías
La protección de datos personales siempre ha estado reñida y estrechamente ligada a la aparición de nuevas tecnologías. Y las normas y leyes para proteger la intimidad de los ciudadanos siempre se han dictado a remolque de esos avances tecnológicos. El último grito en sistemas de identificación de ciudadanos se llama Gigapan. Es una tecnología –en principio pensada para uso militar– que permite tomar fotografías en alta resolución. Esas imágenes corren ya por internet y en ellas se puede identificar, una a una, a miles de personas que acuden, por ejemplo, a una manifestación. Es el último avance tecnológico con el que ahora tienen que lidiar los encargados de la protección de los datos personales en su continua lucha para velar por el derecho que todo ciudadano tiene a su privacidad.
Esta es una tarea que ya viene de lejos. La primera sentencia que mentó el derecho a la intimidad se dictó a raíz de un caso datado en 1890. Un abogado de Boston, Samuel Warren, consideró que un periódico se inmiscuyó en su vida personal al publicar fotografías de su esposa e hija, con comentarios sobre la ostentosa vida que llevaban esas dos mujeres. "Así nació –afirma Ramon Arnó, responsable jurídico del portal Familia Digital– el derecho a la vida privada, o lo que es lo mismo, a estar tranquilo y llevar una vida en paz". En 1930 se registró en Alemania otro caso flagrante de divulgación de datos personales. Hitler utilizó años más tarde esa información recogida en una máquina tabuladora IBM, indica Arnó, para descubrir a miles de judíos. Esas personas habían facilitado esos datos para la elaboración de un censo y después esa información se usó en su contra. Alemania quiso enmendar, de alguna manera, esa apropiación indebida de información personal y ese país fue pionero, en 1980, a la hora de elaborar las primeras leyes sobre protección de datos. Un año más tarde se firmó en Europa un convenio, con carácter de ley internacional, para velar por la privacidad de la información personal. Coincidió con la aparición en el mercado, recuerda Ramon Arnó, del primer PC de la marca IBM.
El trabajo de organismos como la Agencia Nacional de Protección de Datos se ha visto incrementado con la expansión de internet, "que es la máquina copiadora más grande del mundo", tal como la define ese abogado. En la red resulta muy fácil cruzar todo tipo de datos y obtener un perfil concreto de una persona. Y ante tanta y tan dispersa información resulta complicado discernir entre el derecho a la intimidad o el derecho a la libertad de expresión. La primera ley española sobre protección de datos data del año 1992. Y tal como indica una portavoz de la Agencia Española de Protección de Datos, la norma se puede infringir tanto con la difusión de una imagen identificable de una persona, como con la publicación de sus apellidos o direcciones postales. Pero como recalca Ramon Arnó, una imagen captada en un espacio público puede difundirse siempre y cuando "no se incluya esa fotografía en otro contexto o con una finalidad diferente a la de informar". El ciudadano tiene, sin embargo, el derecho de solicitar que esa imagen captada en la calle que él no ha autorizado sea retirada. Una opción que no es posible, por otro lado, cuando ha sido el propio afectado el que ha colgado esa foto suya o información personal. Todos los datos que constan en los portales personales de relaciones de la red social pueden ser usados por terceras personas, siempre que tengan un fin informativo y se utilicen en el mismo contexto en el que fueron creados, añade Arnó.
Con el sistema Gigapan, uno de los riesgos por la alta resolución de esas fotografías se refiere al hecho de que se "pueda llegar a poner nombre y apellidos a esos rostros con un rastreo de esa imagen tan nítida con las colgadas, por ejemplo, en los perfiles de las redes sociales", aventura Arnó. Y es que cuando una imagen de una persona es identificable (como ocurre en el caso de esta avanzada tecnología) los riesgos de vulnerar su privacidad se multiplican. Ferran Lalueza, director del grado de Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya, alerta también sobre los peligros de esta nueva tecnología y considera que "la cara perfectamente identificable de una persona, incluso un menor, en un determinado momento y en un determinado lugar; la matrícula de un vehículo, o el interior de un domicilio particular, captado a través de una ventana aparentemente inaccesible, no se deberían divulgar públicamente de forma incondicional". Para Lalueza, a la difusión de estas fotografías de tan alta resolución se añade el componente lúdico derivado del carácter explorable que tienen estas imágenes, así como la pulsión voyeur que mayoritariamente subyace en el uso que se hace de ellas en las redes sociales. El sistema Gigapa tiene similitudes con el servicio Street View, que recoge imágenes en las calles de las ciudades. Fue lanzado por Google, y en ese caso intervino la Agencia de Protección de Datos, que requirió a la empresa "para acotar el sistema con el fin de garantizar el anonimato de los rostros y las matrículas de los coches, y evitar así que los ciudadanos que pasaban por esas calles en el momento de captar la imagen fuesen identificados", recuerda una portavoz de la propia agencia.
Son pequeñas batallas ganadas en una guerra que no acaba y en la que cada día se abren nuevos frentes en internet. Lo que la presión social logró detener en Francia, en 1980, cuando el gobierno propuso crear una única base de datos para cada uno de sus ciudadanos, es una realidad que ahora se cumple en esa gran máquina copiadora, capaz de poner nombre, apellidos y dirección a una foto de un rostro humano.
URL:http://www.lavanguardia.com/tecnologia/20120228/54260723404/fotos-panoramicas-riesgo-intimidad.html
FUENTE:La Vanguardia