El problema inmediato de la Sagrada Familia, tras el incendio provocado el martes en la sacristía de la cripta, era preparar un sitio adecuado para seguir celebrando misa normalmente. Se resolvió en pocas horas. El miércoles por la mañana, cuando miles de turistas volvían a hacer cola y se aglomeraban en el interior de la gran obra de Antoni Gaudí, ya se había habilitado para ello una parte del deambulatorio. donde se halla el sagrario, junto al altar mayor de la basílica.

Resuelta la alternativa a la cripta, que tardará al menos dos semanas en volver a abrirse a los fieles, un segundo problema pasaba a ser el primero. Un problema a resolver con calma, sin improvisaciones: cómo mejorar la seguridad, no ya en el conjunto de la basílica, donde hay presencia habitual de guardias y abundan las cámaras de seguridad, sino en la citada cripta, en la iglesia de la parroquia que ha de abrirse con normalidad, y a diario, para la celebración de la misa.

Joan Rigol, presidente del patronato de la Sagrada Família, explicaba el miércoles que “hemos de ponernos en contacto inmediatamente con los Mossos d’Esquadra para que nos indiquen cómo implementar mejoras en la seguridad”. Al mismo tiempo, mossos de paisano estaban en la basílica con personal de seguridad del templo. Las medidas de seguridad y el protocolo a seguir en casos de alerta y emergencia dependen del propio patronato, obligado a disponer de un plan de autoprotección del templo. La conselleria de Interior, como se ha sabido ahora, no disponía hasta el día del incendio de una copia de dicho plan.

Tras el incendio, el patronato ha decidido pedir a la policía autonómica catalana un estudio sobre las necesidades del templo en materia de seguridad, a fin de aprobar nuevas medidas a aplicar, especialmente en la que hasta ahora ha sido la parte menos vigilada, la cripta.

La menor vigilancia se explica porque la cripta –patrimonio universal de la Humanidad, como el conjunto de la obra gaudiniana– funciona como cualquier parroquia, con paso franco para los fieles, cuando se abre el acceso desde la calle Provença, que no se vuelve a cerrar hasta un rato después de acabada la misa. El otro acceso, que comunica por escalera la cripta con la nave central, sólo se abre para visitas guiadas y concertadas.


Como en la gran mayoría de parroquias, no hay en la cripta vigilancia uniformada.“Garantizar la seguridad al cien por cien es imposible”, como bien recordaba el propio Rigol. Nadie dirá lo contrario, pero una consecuencia de lo ocurrido el martes es que la seguridad en la Sagrada Família, y más concretamente en la cripta, ha de mejorar. Pero sin exageraciones y sin prisas. “Precisamente ahora, la cripta está cerrada, y no hay que tomar decisiones acorto plazo”, añadió Rigol.

En este sentido, el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu se refirió a este asunto utilizando el término “adecuar” en lugar de “mejorar”, al afirmar que “en un templo tan visitado hay que adecuar el sistema de seguridad”. Fuentes municipales señalaron que el Ayuntamiento colaborará con el patronato en lo que se le requiera. El presidente del grupo municipal de CiU Xavier Trias también ha instado a “extremar la vigilancia, pero con la máxima discreción”, ya que al tratarse de un lugar de culto, al que los fieles han de poder acceder con total normalidad “las medidas no pueden ser muy extremas”. Alberto Fernández Díaz, presidente del grupo municipal popular coincide en que “la Sagrada Familia, como icono de Barcelona, necesita tener un mayor control de seguridad porque tiene riesgo de sufrir ataques como el ocurrido”.

En todo caso, cuando se produjo la emergencia con el incendio, la reacción fue correcta. Destacó en este sentido la evacuación de más de 1.500 personas, sin apenas problemas. Veinticuatro horas después del incendio un trabajador de seguridad en la nave central de la basílica explicaba que “tardamos un buen rato en desalojar, la gente se quedó parada, sin ataques de pánico porque no se veía el fuego, sólo humo”. Hubo quienes “en lugar de ir saliendo, se quedaban a grabar en vídeo lo que pasaba, y otros que preguntaban que pasaría con el dinero de la entrada”.

Pasado el gran susto, la casi normalidad volvió a la Sagrada Família. Miles de turistas pudieron percibir aún el miércoles un leve olor a quemado cerca del altar mayor. Por si no habían oído hablar del incendio provocado el día anterior en la sacristía tenían indicios claros al respecto: unas cintas, unas vallas y unos carteles que impedían el paso hacia el lateral, y la notoria presencia de bomberos bien equipados en torno al altar, que iban y volvían a las escaleras que llevan a la cripta y las sacristías que se halla justo debajo.

La cripta estará cerrada al público al menos dos semanas. Aunque las llamas no afectaron a ningún elemento de la cripta, la estancia fue invadida por el humo y habrá de someterse a un proceso de limpieza y restauración. En la cripta hay elementos muy valiosos como un retablo obra de Josep Llimona, representando a la Sagrada Família, un mosaico romano y vidrieras diseñadas por Gaudí. La sacristía fue, en cambio, devastada por el fuego. Un par de vigas quedaron muy deterioradas, lo que suma una razón más para impedir la entrada salvo a los técnicos, entre ellos los de la compañía aseguradora.

El hombre detenido como autor del incendio permaneció el miércoles en la comisaría de los Mossos d’Esquadra de Les Corts, a la espera de pasar a disposición judicial el jueves. Este vecino de la Trinitat Vella, de 65 años, según al reconstrucción policial de los hechos, se habría escondido en un armario de la sacristía con el propósito al menos de robar, y habría causado el incendio al utilizar un encendedor y un pulverizador de lubricante, quizá para abrir un pequeño cofre. Cuando los Mossos d’Esquadra se hicieron cargo del supuesto autor del fuego, le hallaron encima dos encendedores, un aerosol de lubricante 3 en 1, un juego de llaves de las huchas de las limosnas y una campanilla de las que se usan para acompañar la consagración.

Colaboradores de la parroquia citados por Efe añadieron que el hombre, visiblemente alterado, fue visto señalando objetos ornamentales del templo y gritando “todo esto es robado”, antes de introducirse en la sacristía. En todo caso, fuentes del patronato confirmaron que no llegó a llevarse dinero de las limosnas.

 

FUENTE: www.lavanguardia.es