Si hacemos un análisis de noticias recientes nos encontramos con titulares como el Facebook de Sarkozy pirateado, filtraciones masivas de información confidencial -Wikileaks-, datos bancarios desvelados en Internet, historias clínicas en la basura o accesibles a cualquier internauta, robos de datos a usuarios de iPad, cesiones que vulneran la privacidad o imágenes captadas sin consentimiento. Todo ello son ya noticias habituales acompañadas de denuncias e investigaciones judiciales. Tenemos la sensación de que el respeto a la privacidad se tambalea.

Los gigantes de Internet y las autoridades de protección de datos chocan en los tribunales. Unos hablan de censura, otros esgrimen el derecho a la protección de datos y a la privacidad, a que te dejen en paz y al olvido. Pero no se trata de derechos absolutos, sino de buscar un equilibrio entre la libertad de expresión, la privacidad, la seguridad y la transparencia, acorde con la doctrina establecida por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos sobre los derechos fundamentales.

Lo cierto es que vivimos en la 'era de la conectividad', en la que todos deseamos una identidad digital. Esto ya no es una moda pasajera. Supone un auténtico cambio de paradigma en el que interesa 'aumentar' nuestros contactos, unas veces para el ocio, otras para el negocio. Aparece así un nuevo mundo de trabajo en red -networking- que te da presencia y credibilidad para encontrar trabajo, para potenciar una marca, para encontrar clientes, para gestionar con eficiencia un servicio público. Hasta el punto de que hoy el verdadero riesgo puede ser no estar en la Red.

La Red es una ventana abierta al mundo que te hace visible las veinticuatro horas del día, durante todos los días del año. Ahora bien, se trata de estar con garantías; de estar cuando se quiere estar, como se quiere estar y donde se quiere estar. Un auténtico reto en materia de protección de datos personales, si tenemos en cuenta que la evolución tecnológica y la globalización posibilitan unos métodos sofisticados de recogida masiva de datos, que pueden implicar la pérdida del control de la información por los propios usuarios.

Lo cierto es que la recogida automática de datos se ha hecho necesaria e imprescindible en la vida cotidiana. El pago electrónico de compras, de billetes de viaje, de peajes en las carreteras, la gestión del sistema sanitario y asistencial, el sistema de seguridad, la gestión tributaria, todo contribuye a una labor más ágil y eficaz y a ubicar a las personas, lo que conlleva el registro de su comportamiento, a veces incluso su geolocalización. Por no hablar de la facilidad de ubicar a un individuo por el sólo hecho de usar un dispositivo móvil.

Todo ello es útil y necesario, y ya nadie discute que un cambio de esta naturaleza requiere, al menos, dos medidas, un cambio de actitud y una actualización del marco jurídico. El cambio de actitud sólo lo podemos hacer realidad cada uno de nosotros, informándonos sobre los derechos que nos amparan, los derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición; reforzando el control sobre nuestros propios datos, exigiendo un consentimiento informado y libre, y ejerciendo nuestro derecho a recurrir y a exigir responsabilidades. Ser conscientes de nuestros derechos y ejercerlos evitaría que, ante una campaña de marketing viral hecha recientemente en Hacker News, catorce mil usuarios faciliten su correo electrónico a una Web, sin saber para qué funciona, qué persigue ni qué ofrece. Sólo escuchar la noticia causa estupor, nuestra curiosidad puede arruinar nuestra identidad.

La revisión del marco jurídico va a ver pronto la luz con la modificación, por la Comisión Europea, de la actual Directiva de Protección de Datos Personales. Un cambio jurídico adaptado al impacto de las nuevas tecnologías en constante evolución, y destinado a asegurar un elevado nivel de protección, a garantizar la seguridad jurídica de las personas, de las Administraciones públicas y de las empresas en el mercado interior, en esta aldea global generada en Internet. En este sentido, el Consejo de Europa alenta a las autoridades de protección de datos a realizar acciones de sensibilización que describan, con concreción, los derechos de los usuarios y las obligaciones de los responsables de tratamiento.

Con esa finalidad, y en el marco del Día Europeo de la Protección de Datos que se celebra mañana, desde la Agencia Vasca de Protección de Datos presentamos las Tutorías sobre Privacidad en Redes Sociales, en las que se orienta sobre cómo registrarnos en las redes sociales más conocidas de nuestro entorno (Tuenty, Facebook y Twitter), cómo configurar las opciones de privacidad, o cómo bloquear imágenes, invitaciones y a personas que nos molestan. En definitiva, una serie de claves para una buena gestión de nuestra privacidad, en esa ventana abierta al mundo en la que todos queremos estar.

 

FUENTE: www.elcorreo.com