Aunque es muy difícil prever qué efectos a largo plazo sufrirán los habitantes de los alrededores de la central nuclear de Fukushima, los niveles de radiación habían bajado anoche a límites muy por debajo de los considerados arriesgados para la salud de forma inmediata, según los datos de la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA). Este organismo cifraba en 0,6 milisieverts (mSv) la radiación por hora en la zona, equivalente a la emitida por seis radiografías de tórax. Seis horas antes, las cifras eran mucho más elevadas, de 11,9 mSv. El umbral para la aparición de daños inmediatos es de 100 mSv, según recuerda el profesor de Ingeniería Nuclear y Protección Radiológica de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) Eduardo Gallego.

Esa cifra dramática se superó en la mañana de ayer en un punto concreto de la central, tras la explosión del reactor 4. Entonces se alcanzaron los 400 mSv. Afortunadamente, gran parte del personal de la central ya había sido evacuado. La IAEA señaló que se había monitorizado a 150 trabajadores, mientras que 23 habían sido descontaminados. Sólo se ha dejado a medio centenar de trabajadores en la central averiada, que ya son conocidos como "los 50 de Fukushima".

Los expertos señalan que puede pasar un tiempo hasta que se vean las consecuencias del accidente de la planta japonesa. Mientras tanto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) subrayó ayer que Japón está tomando las medidas de protección adecuadas, consistentes sobre todo en la evacuación de los residentes en los 20 kilómetros alrededor de la central. A aquellos que viven entre 20 y 30 kilómetros de la misma, las autoridades les han recomendado no salir a la calle y evitar el uso de aire acondicionado. "Se forman aerosoles en la atmósfera y no se sabe adónde pueden llegar, pero la distancia de 20 a 30 kilómetros parece razonable", comenta Gallego.

Cuestión de suerte


El Profesor del Instituto de Investigaciones Biomédicas del Hospital Clínic de Barcelona, Eduardo Rodríguez Farré, explica que hay dos tipos de efectos en la salud de la exposición a la radiación. Unos son "los determinísticos", que son los inmediatos a la exposición y dependen de la dosis recibida, y otros "los probabilísticos", que se dan cuando las partículas radiactivas se acoplan a distintos órganos. Estos son los que más preocupan, e incluyen, por ejemplo, el aumento del riesgo de sufrir cáncer. "Actúan como componentes biológicos", advierte Rodríguez Farré. "El cesio 137, por ejemplo, se acopla al músculo y va irradiándote a lo largo del tiempo. Lo mejor que te puede pasar es que te mate la célula. Por ejemplo, si causa una mutación en un gen supresor de tumores, puede aumentar la posibilidad de que sufras cáncer", resumió el especialista. Uno de estos efectos sería el causado por el yodo radiactivo, que se acopla a la glándula tiroides y aumenta el riesgo de cáncer en este órgano. Esto se puede prever con la administración de pastillas de yoduro de potasio, una de las medidas del Gobierno japonés.

Por su parte, el responsable de rayos X de la fabricante de aparatos de diagnóstico por imagen Philips, Adolfo Velasco, subraya que algunos isótopos "se depositan en el polvo atmosférico y son así dañinos en la distancia", por lo que el problema no es tanto el contacto "como ingerirlo o aspirarlo", apuntó. Este experto, que recordó que el uso de radiación en medicina "salva millones de vidas al año", apuntó que los organismos internacionales establecen límites de dosis de radiación para el público general y para los que trabajan con energía nuclear, en particular.

 

FUENTE: www.publico.es