Bajo un puente peatonal utilizado por los alumnos de la Universidad de Cuenca, sobre el río Tomebamba, una persona en “actitud sospechosa” revisaba una mochila: en el piso estaban una cámara fotográfica, una lente y otros elementos que me llamaron la atención pues esa misma mañana participaba de un taller de fotografía.
Pero a esa persona, fue evidente, mi curiosidad le desató los nervios. Sin cuidado guardó los equipos en la mochila y caminó aguas abajo por la orilla del Barranco, una zona muy frecuentada por turistas extranjeros. Y eventualmente por delincuentes dedicados a asaltarlos.
Asumí el rol de ciudadano responsable y como esa misma semana nos habían dicho que gracias al proyecto ECU 911, piloto en Cuenca, podíamos sentirnos más seguros, denuncié desde mi celular la actitud de ese ciudadano. Tiempo de reacción ofrecido: 5 minutos.
Sábado 5 de mayo, 14:15. Recibo una llamada a mi celular. Es del sistema ECU 911 para pedirme una descripción del “sospechoso”. Me niego; a esa hora es inútil; si el equipo fue robado, a esa hora ya estaría vendido. Decido no ir nunca más por ese lugar en el próximo taller de fotografía.
El Centro Zonal de Seguridad Ciudadana ECU 911-Cuenca en un sistema tecnológico integrado compuesto por 15 consolas de analistas de llamadas, 25 de despacho de instituciones de respuesta, 10 de videovigilancia y periféricos, 350 cámaras de videovigilancia, 100 botones de alarma, 433 GPS para vehículos de las entidades de respuesta y 350 radios “troncalizadas” a la Policía Nacional. Cubre 22 cantones de las provincias de Azuay y Cañar.
Si bien se presenta como un innovador sistema y su plataforma tecnológica es de la más moderna en el país –hay que reconocer el esfuerzo que hace el Gobierno para dotar de herramientas a los responsables de la inseguridad–, un mes operativo puede ser muy corto para una evaluación efectiva. Pero como ciudadanos esperamos respuestas más urgentes.
Así lo deben esperar los propietarios de la Joyería Constelación, cinco veces asaltados en el Centro Histórico, el más reciente delito ocurrido la noche del 22 de mayo: dos malhechores a bordo de una moto llegaron, apuntaron con armas a los propietarios, los obligaron a entregar todo y se fueron campantes en medio de un tráfico vehicular asfixiante.
Este caso puso otra prueba al sistema ECU 911, pues a menos de cincuenta metros una cámara de videovigilancia captó una secuencia del robo. Lamentablemente nada se pudo hacer: un oficial de Policía se quejó públicamente porque fue imposible destacar detalles de los asaltantes u obtener elementos que aporten a la investigación.
A mi parecer, y destacando –insisto– la política en materia de seguridad que se lleva adelante, me parece que la que falla está en la actitud. La actitud de ciudadano responsable que le hace falta al operador que, parsimoniosamente, llama después de una hora de denunciado el hecho, a que “le confirmen la descripción del sospechoso”.
Aquella actitud que nos duela como si fuera con nosotros, cuando el robo es con el otro. Una actitud de solidaridad que nos saque de esa inmovilización.
La actitud que nos involucre.
FUENTE:El Universo