Seis de la mañana. “Pedro”, a quien nombraremos así por reguardar su integridad, se encuentra listo para salir de casa y realizar su trabajo. Es policía de seguridad privada en una corporación de renombre.
Ataviado en su uniforme de la corporación, sale de casa acompañado de su esposa e hija para dejarlas en su trabajo y la escuela, respectivamente.
Ellas no están muy de acuerdo con su trabajo, pero él dice que lo hace convencido, “porque me gusta servir a los demás y esto se hace por vocación”, aún cuando tiene que realizar una jornada de 12 horas de trabajo contínuo por 12 horas de descanso, pero en ocasiones efectúa guardias para tener un ingreso mayor, dado que su salario es bajo.
“Al mes ganamos mil 900 pesos y en caso de doblar turnos juntamos dos mil 100 pesos, para medio sobrevivir, pero para eso debemos trabajar horas extras”.
Señala que cuando su quincena se ve más afectada es cuando falta, pues por ausencia le descuentan hasta 800 pesos, lo que merma más se economía.
Al llegar a la empresa donde presta sus servicios, su tarea es verificar la entrada y salida del personal, el equipo que se maneja, el que se traslada, en fin, hasta debe elaborar una bitácora de las actividades que se hacen día con día.
Uno de los grandes problemas a los que se enfrenta, al igual que decenas de policías de empresas privadas, es la falta de capacitación y de equipamiento.
Pedro señala que nunca ha sido capacitado y menos recibido algún arma, lo que impide que su trabajo se desarrolle con eficiencia y calidad.
Su única acompañante para resguardarse de los amantes de los ajeno es una fornitura y un gas lacrimógeno vacío, porque se tuvo que usar en una ocasión y desde entonces no lo han recargado y cuando pregunta si contará con un arma, le han dicho que no la necesita porque con su presencia disuade a los delincuentes y éstos no entrarán al edificio si lo ven ahí vigilando.
A nuestra llegada a su centro de trabajo, él se dispone a seguir con la charla, pero primero verifica en qué condiciones recibe el turno. Su compañero que estuvo de guardia por la noche no le reporta faltante alguno. Siempre verifica bien el reporte que le dan para evitar problemas.
Ya en su trabajo nos platica que parte de su salario también lo destina para la compra de uniformes. “Los dos primeros nos los dan al ingresar pero con el paso del tiempo se van desgastando y para adquirir un tercero debemos pagarlo y como su costo es alto, nos lo descuentan por quincena vía nomina”, según dice.
“Los jefes aseguran que de esta manera nuestro bolsillo no lo resiente”, cosa que es imposible porque cada quincena su pago es bajo.
Al considerar que su trabajo no es valorado, cuenta lo que haría en caso de que tuviera que enfrentar delincuentes: “No vale la pena arriesgar la vida, es mejor que se lleven las cosas” y advertirle al personal que tampoco lo hagan, toda vez que nadie en la empresa se encuentra armado o con la capacidad de pelear.
Nuestra entrevista culmina con el llamado que Pedro le hace a los directivos de la corporación, señala que “es necesario que todos los policías privados cuenten con la capacitación y armamento adecuado a fin de garantizar la vida de toda las personas para las que trabajamos”.
FUENTE: periodicodigital.com.mx