Los cementerios privados que se han construido en esta capital dominicana resultaron ser un buen negocio para sus propietarios, cuando los públicos se convirtieron en el caos que son hoy. Y no es de extrañar que así sea, pues si para tener electricidad hay que comprarla mediante plantas, inversores, lámparas a gas y velas; si para beber agua potable hay que comprarla en botellones; si para transitar por la ciudad hay que adquirir automóviles y motores porque el transporte publico es infuncional; si para educar a los hijos hay que pagarles colegios y universidades privadas; si para recibir asistencia médica hay que tener seguros médicos privados y pagar clínicas privadas y llamar a una ambulancia privada; si para sentirnos seguros y cuidados debemos pagar una seguridad privada; ¿Por que iba a ser diferente para mantener los restos de nuestros muertos dentro de sus tumbas?
A nadie debe caberle dudas de por qué hay tantas tumbas abandonadas en los cementerios de la Máximo Gómez, del Cristo Redentor, Cristo Rey y otros, pues son miles las exhumaciones que han debido hacer los propietarios de panteones y terrenos, quienes transfieren los restos de sus familiares a nuevos cementerios, buscando mejores condiciones; lo que ha dado origen a un negocio de reventa de estos espacios al margen de sus propietarios.
Cuando los propietarios quieren hacer alguna reparación en sus panteones, o hacer una simple desyerbadita, los trabajadores, afiliados a los sindicatos, se presentan en masa, machete en mano y nos dicen que eso no se puede hacer, que hay que pasar por la administración. Allí entran ellos a cotizarle el trabajo y después de un regateo, usted termina diciéndoles:”Yo vuelvo, déjame ir a jugar un lotto”.
Pero si usted tiene su panteón y va a enterrar a un pariente, debe llevar varios miles de pesos aunque no vaya a construir nada. ¿Y qué decirles, amigos lectores, de la inseguridad que hay en esos recintos donde hay que temerles mas a los vivos que a los muertos pues muchos delincuentes tienen su guarida en tumbas abandonadas?
Usted compra tantos metros de terreno pero luego, la “administración” vende los laterales y los pasillos de acceso y si levantan panteones en esos espacios, deberá buscar un ataúd plegadizo o de goma pues no hay manera de maniobrar para entrarlo en su nicho. Eso nos pasó cuando murió nuestra madre: como no había manera de accesar a nuestros nichos ya que el panteón ni se veía, tuvimos que exhumar los restos de nuestros familiares allí enterrados e irnos de la Máximo Gómez al Cristo Redentor.
Pero allí también llegó el caos y ya a algunos les ha pasado que cuando les llega la emergencia, se enteran de que su terreno fue revendido. A una familia amiga le asesinaron al empleado de la seguridad que tenían allí cuidándoles el panteón, para robarles todo lo de valor que había dentro del mismo, incluyendo hasta las losetas decorativas, los adoquines y todas las tarjas de mármol. ¿Será posible que haya que arriesgar la vida de una persona para que cuide restos mortales?
Si la oscuridad, la basura y la inseguridad arropan las áreas expuestas de las ciudades, ¿Usted cree que los Ayuntamientos van a garantizarnos la seguridad y mantenimiento de nuestras propiedades y áreas verdes dentro de los cementerios? ¡Sería mucho pedir! ¿Verdad?
Podrán las autoridades edilicias alegar falta de pago de los usuarios pero es el mismo circulo vicioso. Los ciudadanos pagamos todos los servicios y pagamos impuestos, ¿Y que nos dan a cambio? Por esta situación caótica que impera en los cementerios, --donde hasta revenden la propiedad privada con los muertos bajo tierra, así como los pasillos laterales de acceso, no le dan ningún mantenimiento y hasta venden la osamenta a estudiantes de medicina--, es que proliferan los cementerios privados.
Y estos cementerios privados, dicho sea de paso, bien cuidados y muy bonitos, (“¡como para sus dueños!”, diría mi abuela), son tan costosos que para asegurarnos de ser enterrados en ellos, debemos contratar una especie de plan “lay away” (pague antes y muérase después).
Hoy, una señora amiga me dijo, bastante molesta y contrariada, que va a sacar los restos de sus muertos y los va a cremar y lanzará al mar las cenizas y también buscará un abogado notario para dejar establecido que cuando ella muera, sus hijos se vean obligados a hacer lo mismo con los restos suyos. La contrariedad le viene de que, al tratar de reponer unas tejas rotas en el techo del panteón familiar, los “sindicalizados” le pidieron, sólo por la mano de obra, la suma de RD$ 30 mil; “y la estamos considerando doñita, porque eso vale más”.
A mi vez, me atrevería a sugerirle a la municipalidad que-- ante tal abandono y caos en la administración de los cementerios,-- en lugar de seguir construyendo los que reemplazarán a los que la ciudadanía va abandonando, hiciese crematorios gigantes y nos evitase a todos tantos disgustos. ¡Total, cuando se acaben los terrenos públicos y privados, no habrá donde seguir construyendo!
Y pedir y esperar soluciones es como arar en el mar. ¡Ah bueno, también podrían tirarnos al mar, como hacían con sus muertos los piratas! Porque como vamos, hasta morirse se esta complicando demasiado en Dominicana.
FUENTE: www.almomento.net