En menos de dos años hubo nueve robos a instituciones financieras. La Policía especializada en investigar asaltos cree que la modalidad se instaló y que los bancos sufrirán nuevos golpes si las sucursales más chicas no adoptan nuevas medidas de protección.
Los investigadores policiales que siguen de cerca cada asalto están convencidos de que los robos a bancos se instalaron en el país y que seguirán alimentando los espacios de la crónica roja. Los oficiales que investigan este tipo de delito sostienen que para poner fin a esta práctica será necesario adoptar nuevas medidas de seguridad, como ocurrió en las redes de cobranza, que tuvieron su racha violenta.
Uno de los principales problemas en el que coincidieron tanto la Policía como expertos en seguridad bancaria, es la escasa preparación de los guardias de seguridad privados que están afectados a los bancos.
El titular de la oficina del Ministerio del Interior que se encarga de la seguridad privada, el inspector Juan Carlos Vázquez, admitió a El Observador que no tienen la misma preparación que un policía, que se instruye durante seis meses.
En cambio, los guardias de seguridad privados realizan cursos de 28 horas, y un curso de tiro de armas cortas de ocho horas, algo que Vázquez calificó como "muy elemental".
En el último robo al Banco Crédit, cometido el martes 22, el guardia de seguridad fue sorprendido por el rapiñero, que le quitó el arma.
El otro guardia, ubicado en la torreta, apretó el botón de alarma para dar cuenta del robo, pero no salió. Las normas aconsejan a los guardias no salir del compartimiento blindado ni disparar, para no exponer a los clientes y al personal bancario.
A juicio de los expertos, una norma de seguridad que falló fue la prohibición del ingreso de personas a los bancos con lentes de sol, gorras o cascos.
En todos los casos, los atracadores llevaban cascos, gorros o lentes, como sucedió en el asalto al Banco Itaú, en enero. Esos elementos luego dificultaron la identificación de los delincuentes.
También sucedió así en el último asalto, ocurrido esta semana contra el Crédit. Un hombre de casco, bermudas, championes y mochila, redujo al guardia, le sacó el arma y ordenó a todos que se tiraran al piso. En ese momento ingresó otro asaltante, también con casco. Saltó por sobre el vidrio de la caja, se llevaron el dinero y huyeron en la moto en la que llegaron.
Todo pasó en un minuto
Las fuentes policiales dijeron que el banco solo tiene dos cámaras a color y el resto son en blanco y negro. No hay cámaras externas que permitan advertir la llegada de sospechosos.
Los investigadores creen que la rapidez y la efectividad de los asaltos los convierten en el delito de moda. Agregaron que el hecho de que los bancos no inviertan en seguridad contribuye con los robos.
El subjefe de Policía de Montevideo, Washington Curbelo, dijo a El Observador que están pensando en tomar medidas puntuales para atacar estos asaltos y que una de ellas es el control de motos, el vehículo utilizado por excelencia para llegar y huir del lugar. Declinó comentar otras medidas que están pensando adoptar.
Con respecto a la seguridad de los bancos advirtió que no es competencia de la Jefatura sino del Registro Nacional de Empresas de Seguridad (Renaemse) que tiene a su cargo esa tarea.
El titular de Renaemse, el inspector Vázquez, señaló que no cree que los bancos puedan incorporar las medidas de seguridad que aplicaron los locales de cobranza porque tienen "otra concepción". De todos modos, indicó que propondrá al Ministerio del Interior la necesidad de reforzar el cerramiento de las cajas, que hoy tienen un vidrio bajo y fácil de saltar (ver página 5). Vázquez admitió que si se probara que existieron omisiones en las empresas de seguridad se las podría sancionar, "pero no es fácil".
Atención personalizada
Un experto en seguridad bancaria explicó a El Observador que la concepción de los bancos ha cambiado. "Ya no se construyen grandes bancos, sino que se trata de pequeñas sucursales. Hoy se apunta a que el cliente reciba una atención personalizada, sin rejas de por medio", señaló.
El especialista puso el ejemplo de España, donde hay bancos atendidos por dos personas, y aunque los roban, no les importa. "Les cuesta más barato enfrentar pequeños robos frecuentes que invertir en seguridad", dijo. Sin embargo, aseguró que en Uruguay existe otra concepción. Si a un banco lo roban tres veces su imagen se ve afectada y puede perder clientes.
FUENTE: www.observa.com.uy