El estrujante artículo publicado por el influyente periódico norteamericano, The New York Times, en el que informó de la existencia de un centro de inteligencia en una base militar mexicana (Nota de Ginger Thompson, 8/VIII/11), vino a corroborar lo que sabíamos de la elevada influencia del gobierno norteamericano en la elaboración y conducción de la estrategia del mexicano en contra de las bandas dedicadas al tráfico de drogas.
Son impactantes algunos de los párrafos de dicho reportaje: “Estados Unidos está ampliando su participación en la sangrienta lucha que sostiene México contra las organizaciones del narcotráfico, enviando nuevos operativos de la CIA y personal militar retirado a ese país y está considerando planes para desplegar a empresas que proporcionan seguridad privada, con la esperanza de lograr un cambio en este esfuerzo que está costando muchos miles de millones de dólares y que hasta ahora ha dado pocos resultados”.
Así, en pocas palabras, el periódico nos planteó la posibilidad que ya esté en curso una más de las operaciones “encubiertas” realizadas por la CIA, ahora en territorio mexicano. No sólo han invertido más de mil 400 millones de dólares en asuntos de seguridad pública –a través de los fondos aprobados en la Iniciativa Mérida, vigilados y fiscalizados por ellos-, sino que ahora, “apostados en una base militar al Norte de México, en donde –por primera ocasión– los oficiales de seguridad de ambos países trabajan hombro con hombro para recolectar información acerca de los cárteles de la droga y ayudándoles (a los mexicanos) a planear operaciones. Los oficiales (norteamericanos) también están tratando de incrustar un equipo de empresas de seguridad estadounidenses dentro de una unidad de veteranos de la policía antinarcotráfico mexicana para evadir las leyes mexicanas”.
Ahora sabemos, porque ninguna autoridad la ha desmentido, de la existencia de ese centro de operaciones y que los agentes de EU no sólo aportan información e inteligencia, sino que RECOLECTAN INFORMACIÓN y PLANEAN OPERACIONES, y están elaborando la mejor manera de eludir las leyes mexicanas ¡ayudados, en esta tarea también, por las autoridades mexicanas!
El siguiente párrafo es clarísimo: “Después de meses de negociaciones, Estados Unidos estableció un puesto de vigilancia en una base militar del Norte de México, logrando que Washington fuera más allá de su tradicional papel de compartir información para estar más directamente involucrado y recolectarla”.
“Estados Unidos ha entrenado a casi 4 mil 500 nuevos agentes de la Policía Federal y ha ayudado a intervenir las líneas telefónicas, a controlar a los informantes y a interrogar a los sospechosos”. Es decir, el cártel de Juárez no mentía cuando amenazó a los “gringos de la DEA”, en las bardas aparecidas en la capital del estado.
Los agentes norteamericanos no sólo ayudan a la planeación de operaciones, sino que también intervienen líneas telefónicas y ayudan a “interrogar” a los detenidos, es decir, ya participan directamente en nuestro país en el combate a los narcotraficantes.
Es de tal magnitud el entreguismo que en el caso del asesinato del agente del ICE, Jaime Zapata, les permitieron a los agentes de EU llevarse a Washington los casquillos recuperados del lugar de los hechos, efectuar su propia autopsia al cadáver y trasladar a EU el auto baleado para su inspección.
¿Cómo le van a hacer para aportar esas evidencias, y las acepten los jueces, en los juicios seguidos en contra de los acusados si éstas fueron “exportadas”?
El mismo reportaje asienta que la colaboración existente sirvió para la detención de José Antonio Hernández Acosta, "El Diego", en Chihuahua recientemente, después, dijeron, de una eficiente operación de rastreo desarrollada durante las semanas previas.
Y si tales operaciones existieron ¿En dónde están las masivas detenciones, si es cierto como dicen, que era uno de los más importantes jefes de La Línea? ¿Dónde el listado de empresas propiedad de ese grupo criminal, dónde la lista de las operaciones de lavado de dinero, como hacen todas las policías del mundo cuando detienen a uno de los jefes de los criminales, como éste, al que acusan de haber ordenado la muerte de mil 500 personas?
A la abierta injerencia descrita por el periódico, debemos sumar su afirmación en el sentido que “El Pentágono ha proporcionado equipo sofisticado, incluyendo helicópteros Black Hawk y en los últimos meses ha empezado a utilizar aviones de vigilancia no tripulados sin armamento sobre el suelo mexicano para rastrear a los capos de la droga”.
Además del evidente problema de la injerencia norteamericana, y la indebida sumisión del gobierno mexicano, las informaciones –tanto de WikiLeaks, como del NYT- nos llevan al peor de los escenarios pues si para todos, con la excepción de los gobernantes mexicanos, es evidente el fracaso de la guerra de Calderón, ahora podemos deducir –y hay una gran cantidad de elementos para afirmarlo- que tal estrategia, probablemente, no fue decidida por Felipe Calderón, que, a lo sumo, pudo opinar sobre ella, o coincidir, pero nada más.
Y es de tal modo preocupante el rumbo adoptado, que nos llevan a conceder la razón a quienes afirman, como Edgardo Buscaglia, el especialista en esta materia, asesor de la ONU, que el gobierno mexicano le apostó, en lugares como Chihuahua, a golpear más a uno de los cárteles para atenuar la violencia, -tema que les preocupa enormemente por las consecuencias electorales- y ya con un cártel hegemónico, establecerle condiciones.
Por todos lados aparecen las evidencias de la existencia de tal estrategia. Para la eliminación de Arturo Beltrán Leyva, la Presidencia de la República fue quien informó que la DEA les había notificado de la ubicación de ese personaje. Ahora, en la detención de “El Diego” sucede lo mismo; como antes ocurrió en otros resonantes casos, los más importantes de los últimos meses.
Tales informaciones coinciden con la opinión de Buscaglia, quien afirma que la apuesta del gobierno es consolidar a un grupo criminal. (Nota de Sandra Rodríguez Nieto, El Diario, 6/VIII/11).
Su afirmación es contundente, devela la incongruencia del Gobierno federal en este tema y confirmaría lo que en la calle es plena convicción: “El Gobierno federal mexicano le está apostando a la consolidación de un solo grupo criminal, y no porque los funcionarios necesariamente reciban sobornos, sino porque están convencidos de que la consolidación de un solo grupo, por definición, va a bajar los niveles de violencia visible con alto impacto social. Entonces, ellos, en el caso de Chihuahua, le han dado a Sinaloa una luz verde”.
Esta versión coincide con la que muy altos funcionarios del Gobierno federal, en materia de seguridad pública, manejan como eje central de su actuación. No sólo eso, algunos de ellos, llegados a Juárez, argumentan que para inhibir el nivel de violencia es necesario, así lo dicen, golpear al cártel “más viejo”.
Tal estrategia permite la “institucionalización de una mafia en el poder”, asevera el especialista, pues “te bajan los homicidios, pero la ciudadanía sigue cautiva, en su patrimonio y en su vida, de un grupo criminal que está controlando todos los resortes del poder”, le declaró Buscaglia a El Diario, después de aseverar que el Cártel de Sinaloa controla casi la mitad del tráfico de drogas en México y es el grupo criminal que menos detenciones ha sufrido.
Para constatar tales aseveraciones, en la misma nota informativa, El Diario encontró que en el documento titulado ‘Detenciones relevantes en Ciudad Juárez al 31 de julio de 2011’ se informa “que, de los 357 aprehendidos que dijeron pertenecer a alguna de las organizaciones criminales que se disputan Juárez, 288 eran integrantes del Cártel de Juárez o La Línea, mientras que sólo 69 pertenecían al Cártel de Sinaloa”.
El fracaso de esta guerra ¿Es de Calderón, o es una estrategia que va más allá del combate a los narcotraficantes y se ubica en un proyecto de más lejano alcance? ¿Por qué, en el caso del asesinato Zapata, en el curso de tres días detuvieron a más de 600, aparentemente, involucrados, y de inmediato localizaron a los presuntos asesinos? ¿Sólo porque era norteamericano, o porque ellos sí tienen el control de todos los grupos criminales?
¿No sería que pretendían crear una especie de ingobernabilidad para atenuar las reacciones de rechazo a su política injerencista? ¿Por qué la droga fluye normalmente –y hasta mejor y más confiable- en las calles de EU, como si nada hubiese pasado? ¿Quién controla, de veras, el tráfico de drogas?
FUENTE: eldiariodechihuahua.mx