Muy inquietantes resultaron las anotaciones del multiasesino nórdico Anders Behring en el sentido de que se surtió en México, específicamente en el estado de Jalisco, de implementos para su actividad terrorista. Proceso se abocó a la localización, en el municipio jalisciense de Zapopan, de la compañía Prosperity Technologies citada por el fanático ultraderechista, y pudo comprobar que esta empresa no existe ni en el domicilio referido por Behring ni con esa razón social en los registros empresariales del municipio.
BRUSELAS, 1 de agosto (Proceso).- El multiasesino nórdico Anders Behring Breivik disponía de material de origen mexicano en su equipo de combate y pensaba que los miembros de su movimiento podían aprender de la rebelión zapatista en Chiapas. Incluso viajó a México “para conocer su riqueza cultural”, aunque se oponía a que ésta se enseñara en las universidades estadunidenses de élite.
Behring es el hombre de 32 años que el viernes 22 de julio causó la muerte de 76 personas al hacer estallar una bomba frente a la sede del gobierno noruego en Oslo y disparar a quemarropa contra decenas de jóvenes en un campamento del Partido Laborista a 40 kilómetros de distancia.
Sus referencias a México se encuentran en el compendio de 1492 páginas que elaboró durante los últimos nueve años, titulado 2083-Una declaración europea de independencia, y que finalizó pocas horas antes de que efectuara los primeros ataques terroristas en la historia de su país.
El escrito sirve como guía doctrinaria, instructivo militar y manual para la elaboración de explosivos. Está dirigido a los potenciales simpatizantes del grupo extremista que Behring fundó en abril de 2002 en Londres con el nombre de Orden de los Pobres Caballeros de Cristo, o Caballeros Templarios, en honor a esa organización religiosa y militar de las Cruzadas.
En el documento hay un extenso apartado en el que Behring detalla minuciosamente el tipo de armamento y equipamiento de apoyo que requiere un combatiente templario y cómo adquirirlo.
Señala que “hay ciertas misiones en las que uno debe escapar e impedir ser perseguido”, por lo que recomienda la utilización de abrojos (objetos con puntas de metal afiladas) para poder pinchar las llantas de los vehículos enemigos y herir a las fuerzas de seguridad.
Behring asegura que “los mejores” abrojos son del tipo que comercializa la empresa Prosperity Technologies Inc., que ubica en la calle Privada San Carlos número 1044, en Zapopan, Jalisco; añade una dirección de correo electrónico, un número de teléfono y otro de celular, así como el nombre de un vendedor.
Comenta que el precio de cada unidad varía entre tres y cinco dólares, según la cantidad que se compre; recuerda que para lograr los efectos deseados se necesitan de 10 a 20 abrojos y aconseja solicitarle a la compañía de Zapopan que envíe el producto mediante firmas de mensajería privada como Fedex o UPS.
De ese modo, indica el terrorista noruego, disminuyen las posibilidades de que los abrojos sean confiscados en las aduanas, mejor aún porque, explica, la empresa mexicana “está familiarizada con las restricciones de importación y por lo general factura sus envíos como ‘artesanías metálicas’ o con otras vagas descripciones” con la finalidad de evitar los controles. Para probar la eficacia del método, Behring compró así a la compañía 60 abrojos.
Sin embargo, Proceso constató que en el domicilio de Zapopan referido por Behring no se localiza ninguna empresa, sino un fraccionamiento. En la calle Privada San Carlos número 1044 se ubica el Condominio Arboleda, en cuyo acceso un policía particular impide el paso a toda persona que no se identifica y menos si no indica a dónde se dirige.
El agente de seguridad aclara que el fraccionamiento fue construido hace por lo menos cinco años, y sostiene que antes era un lote baldío, no una fábrica; niega que entre los condóminos se encuentre Jorge Anaya, el supuesto proveedor de los abrojos que Behring dice haber comprado. El número de teléfono de celular citado para contactar a Jorge Anaya está fuera de servicio, y en la cuenta de correo electrónico referida como suya nadie responde.
Tácticas zapatistas
El terrorista de ultraderecha asevera que estuvo en México para conocer su “riqueza cultural”, pero desaprueba el hecho de que ésta se mezcle de alguna forma con la estadunidense.
En el primero de los tres “libros” que conforman su compendio ataca lo que llama la “propaganda marxista multicultural”, que según él ha delineado los actuales códigos occidentales de lo “políticamente correcto”.
Después de un largo repaso histórico, Behring sostiene que en las últimas décadas los ideales de una sociedad multicultural se transmiten mediante los planes de estudios que imparten los centros educativos de Estados Unidos y Europa, los cuales, opina, eliminan el aprendizaje de las “tradiciones occidentales” con el propósito de “reestructurar” esas sociedades de manera que acepten una “igualdad” entre culturas.
Para Behring lo peor es que ello ocurre en las universidades de élite, como la de Stanford, que en 1988, se queja, reemplazó su programa de estudios de “alta calidad”, que satisfacía “las necesidades de la civilización occidental”, por otro llamado “Culturas, ideas y valores”, bajo el que, lamenta, “se pueden estudiar las revoluciones marxistas en América Central lo mismo que Platón, Shakespeare o Newton”.
Le parece inaceptable que exista en la Universidad de Stanford el curso “Cine y literatura: expresiones de la frontera México-Estados Unidos” como parte de la materia “Culturas estadunidenses”, o “Expresión cultural chicana” en la asignatura “Culturas del mundo”.
Y expresa lo que para él significa una pesadilla: “Debido a que universidades de élite como la de Stanford ponen el ejemplo a las otras en Estados Unidos y Europa, cada vez más adoptan estos devastadores ataques a los planes de estudio, lo que ocasionará un impacto duradero en la forma en que serán educadas las nuevas generaciones”.
Más adelante, en el “tercer libro” –Declaración de guerra preventiva. Revolución conservadora: la única solución para los europeos libres– Behring incluye un breve capítulo para tratar el “estudio de las revoluciones” de izquierda.
Reproduce el texto de un autor cuyo nombre no da pero al que se refiere despectivamente como un “marxista” cuyas fuentes de información y opiniones son “propaganda” que, dice Behring, merecen ignorarse, aunque reconoce que una parte podría ser útil a su movimiento.
Explica que pueden sacarse lecciones de las revoluciones de masas que idealizan ciertas corrientes de izquierda, aunque la “revolución conservadora” que él preconiza, advierte, pretende arrebatar el poder mediante golpes de Estado y acciones paramilitares.
Precisa que muchos militantes de izquierda sostienen posiciones contra la globalización similares a su grupo, por lo que el objetivo “debe ser contribuir a crear un escenario donde los ‘marxistas internacionalistas’ sean ideológicamente neutralizados o incluso se unan a nuestras fuerzas, manipulándolos de tal modo que transformen su pensamiento en uno ‘nacionalista bolchevique’”, según Behring la única corriente marxista contraria al multiculturalismo.
El autor que cita Behring indica que “las revoluciones son generalmente vistas como ‘irreales’, como acontecimientos que suceden en lugares lejanos o en el pasado, y que esta creencia tiene una importancia sociológica masiva porque asume que las cosas no pueden cambiar” y, en consecuencia, refuerza a los grupos políticos y sociales que se benefician del régimen.
Refiere que en México los movimientos revolucionarios siguen teniendo un impacto significativo en su sociedad y vida política, y menciona el surgimiento, en 1994, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que describe como “un ejemplo de revolución contemporánea” y propone una bibliografía sobre la materia.
Entre otros autores y obras –referidas en su versión en inglés– aparecen Judith Hellman (El Chiapas real y el virtual: realismo mágico e izquierda); Luisa Ortiz Pérez (Marcos y el EZLN en Chiapas); Justin Paulson (Luchas campesinas y solidaridad internacional: el caso de Chiapas), e incluso un texto del Subcomandante Marcos (Siete piezas sueltas del rompecabezas mundial).
Un fanático emprendedor
Behring, quien se autonombra comandante templario, se desarrolló en el mundo corporativo y político, según constata la información personal y un diario contenidos en el compendio.
Cursó la carrera de administración de empresas y una maestría en ciencias políticas. En 1997 consiguió trabajo en el departamento de servicio al cliente de la firma de internet Telia Norway. Dos años después creó la empresa Behring & Kerner Marketing en el sector de las ventas de servicios telefónicos; luego fue jefe de equipo en la división de apoyo técnico de la compañía de telecomunicaciones Enitel.
En julio de 2000, ocupó una dirección administrativa en el área de ventas de Media Group y, entre 2001 y 2003, fue representante y supervisor de Bankia Bank.
Durante ese periodo destaca su trayectoria en el Partido del Progreso (PP), de extrema derecha: fue vicepresidente de la sección juvenil de la zona Oslo oeste y ocupó diversos cargos destinados al partido en los consejos de dirección de la escuela primaria y secundaria Uranienborg y de la casa de retiro Majorstuen, antes de postularse, sin éxito, como candidato a la elección interna del PP al consejo de la ciudad de Oslo en 2003.
En ese momento Behring ya había iniciado su proyecto terrorista. En mayo de 2002 fundó la compañía Anders Behring Breivik para financiar sus “operaciones militares”; tres años más tarde la empresa, que vendía programas informáticos a corporativos, cambió su nombre al de E-Commerce Group, con una plantilla de siete empleados y operaciones comerciales en Noruega, Rusia, Indonesia, Rumania y Estados Unidos.
La firma abrió una subsidiaria, Brentwood Solutions Limited, en la isla caribeña de Antigua, donde depositó casi todos los fondos de la matriz noruega.
En 2007, Behring decidió pasar a la fase operativa de su combate personal contra la izquierda y el islamismo y dedicarle tiempo completo, así que transfirió a su cuenta bancaria en Noruega el dinero depositado en Antigua –admite que lo hizo de manera “no ortodoxa–, y cerró la compañía.
Para entonces Behring asegura que ya había invertido 130 mil euros en el proceso de preparación para elaborar su compendio. Los siguientes años se dedicó a investigar y escribirlo.
El 10 de abril el fanático ultraderechista pasó a la acción. Ese día alquiló una granja localizada a dos horas y media de Oslo. El propietario, Petter, un hombre de 37 años, tenía que purgar una pena en prisión porque la policía había descubierto un sembradío de mariguana en la granja.
El último fin de semana de abril, Behring pasó mucho tiempo con sus amigos en Oslo, ya que, dice, “sabía que sería la última oportunidad para disfrutar de su presencia”.
El 2 de mayo montó un laboratorio en la granja y comenzó a preparar su arsenal explosivo. La propiedad, ironiza, se encuentra a sólo algunos kilómetros del campo militar más grande de Noruega. Refiere que el 11 de mayo incluso se topó con 12 militares, “armados hasta los dientes”, apenas a dos kilómetros de su laboratorio: los vecinos de la zona habían sido notificados previamente que una nueva división de soldados que serían enviados a Afganistán para combatir a Al Qaeda efectuaría ejercicios militares.
Durante 82 días la actividad terrorista de Behring no despertó sospechas entre sus vecinos.
Relata que sólo el 19 de mayo un conductor extraviado se aproximó y se fue, y que el 2 de junio un hombre ingresó a la propiedad y tomó fotografías; dijo que era turista y le interesaba el paisaje, pero Behring está seguro de que fue un policía que daba seguimiento al caso del sembradío de mariguana.
El 13 de junio se dirigió a un sitio aislado para probar su explosivo: si no funcionaba, montaría una acción “no espectacular”. Behring activó el artefacto, esperó 10 segundos y estalló con más potencia de lo que esperaba.
A mediados de ese mes las deudas comenzaron a ahogarlo: estaba retrasado con un pago de 4 mil 500 euros por la compra de fertilizantes; no había depositado los mil 250 euros por el alquiler de julio de la granja, y debía una factura de 2 mil 800 euros de material que había adquirido para la fabricación de explosivos.
Behring decidió retirar la cantidad máxima, 800 euros, que le permitía cada una de las 10 tarjetas de crédito que poseía. Calculó que esa suma lo mantendría a flote hasta mediados de julio.
La mañana del domingo 18 de junio la novia de Petter, Tonje, le avisó a Behring que iba en camino a la granja porque quería recoger material que había dejado en la cochera. Behring requería 12 horas para retirar los químicos y esconder el laboratorio; pensó en huir. La llamó entonces por teléfono: ella todavía no salía de su casa. Logró convencerla de ir a la granja hasta el lunes. Ese día Tonje durmió en una habitación exterior y al día siguiente partió.
El proyecto se aceleró: el 4 de julio el terrorista nórdico compró 200 municiones para una Ruger Mini 14 calibre .223 y recuperó el armamento que había enterrado en un escondite en julio de 2010. Una semana antes de los atentados, el 14 de julio, rentó en AVIS un vehículo Volkswagen Crafter con capacidad para transportar una tonelada de explosivos y armamento.
Behring escribió el día de los atentados que disponía de material explosivo suficiente para 20 bombazos y que estaba considerando emplearse como agente de seguridad privada en zonas de conflicto para poder pagar sus deudas.
Fobia a los periodistas
Para Behring, los periodistas representan “un enemigo peligroso”, según escribe en el documento titulado 2083-Una declaración europea de independencia, compendio donde combina textos propios y de otras fuentes.
Lamenta que “más de 95%” de los periodistas europeos apoyen un sistema multicultural y, por tanto, agrega, “la colonización islamista que está en marcha”. Asegura que el gremio periodístico “es uno sobre los que descansa la fuerza de lo ‘políticamente correcto’, al que apoyan también funcionarios de gobierno, políticos, profesores universitarios y directivos de cadenas públicas de comunicación”, quienes a su parecer “tienen salarios confortables, son étnicamente europeos y heterosexuales y provienen de familias de clase media”.
Menciona que Pim Fortuyn, el líder de la extrema derecha holandesa, fue tildado por los periodistas de su país como “un extremista, un racista, un nuevo Mussolini o Hitler”, lo que, según él, indirectamente provocó que un extremista de izquierda lo asesinara a nombre de los musulmanes, dado que consideraba a Fortuyn un “peligro para las minorías étnicas”.
Behring no para en ataques a la prensa, y culpa a los periodistas y a sus editores de “facilitar los crímenes musulmanes al reducir su cobertura”. Explica: “Hay más de 50 ataques terroristas de la Jihad cada mes, contra civiles no musulmanes en su mayoría. Sin embargo, sólo escuchamos hablar de uno o dos de ellos, usualmente acompañados de una dosis similar de propaganda contra Israel o Rusia para crear la ilusión de que los no musulmanes son tan ‘malos’ como todos los locos musulmanes combinados”.
FUENTE: www.proceso.com.mx