Hemos recibido una nota que por su valor copiamos íntegramente: “La probable creación de un servicio de la Policía, con carácter de servicios seguridad, por los usuarios que los utilicen, sean estos voluntarios u obligados, –los bancos, industria, comercio, maquilas, zonas residenciales y colonias–, lo que se busca es imponer nuevos impuestos.
El argumento, de mejorar los servicios de seguridad, es el reconocimiento de la incapacidad de manejar con buen suceso esta responsabilidad por parte de la Policía Nacional. La incidencia delictiva en bancos, comercios, industria y otros lugares está aceptablemente manejada por la seguridad privada. Y claramente no son el problema medular de la seguridad del país. En este sentido la seguridad privada le da un gran soporte a la Policía Nacional. Nos preguntamos, con cuánto dinero más vamos a seguir edificando el monumento a la indolencia, e incapacidad; y, además dándole más consistencia a la corrupción? Será que el concepto de cumplimiento profesional perdió razón de ser y habrá que comprar voluntades para que nos proporcionen las condiciones mínimas de seguridad? La creación de esta modalidad, de convertir un servicio público, en un servicio privado, desnaturaliza la función policial; y vuelve este servicio, comercial/mercantil, en selectivo. Y, desnaturaliza su razón de ser y justifica por el contrario su inoperancia como institución del Estado, evidencia que la razón de la prestación del servicio de seguridad se orienta como conducta especulativa. La policía no tiene la justificación, el derecho de confrontar y conculcar lo que le corresponde a la empresa privada, en este caso a las empresas seguridad. Estas no obstante que son amparadas por el Código de Comercio y demás leyes de la República. La policía, encima de esto les exige pago de cánones, pago individual por cada empleado, pago temporal por matrícula de armas, aunque estén constituida en el marco regulatorio de la ley. Realmente se aprecia una actividad ajena al concepto que atañe al perfil de una institución policial y más bien se convierte en una institución “recaudadora” de impuestos y de control comercial. En esto también existe la proyección de instruir o entrenar a los guardias de las empresas de seguridad y cobrar por esta actividad. Como podemos apreciar, todo se trata de recolectar dinero. Por lo que están dejando fuera de toda posibilidad a las empresas de seguridad, aniquilando parte significativa de la empresa privada. Tal cosa no luce nada bien. Esto es un perjuicio a la iniciativa privada y a la libertad comercial. La seguridad privada la dan un grupo de empresas legalmente constituidas que ofrecen su aporte a la seguridad del país en el marco de lo que ley les permite, brindando oportunidad de trabajo a gran cantidad de compatriotas, que difícilmente podrían ser empleados en otras actividades y por su razón constitutiva tienen menos posibilidad de atropellar los derechos ciudadanos y de participar en actos de corrupción.
Hay que dejar que la gente trabaje. No pretendamos convertir el país en un Estado Policial. Esta idea es propia de los que no están de acuerdo que el orden se mantiene con el cumplimiento de las responsabilidades constitucionales que se le han establecido a las instituciones que deben garantizar, precisamente el orden y el respeto a la ley, sin alterar el respeto que la misma nos concede a todos; y sin crear prototipos de esquemas raros y absolutistas. Centrémonos en cumplir con lo que la ley les manda a las instituciones y bajémosle el volumen al avorazamiento. Porque esto genera y legaliza la corrupción. La amenaza de la inseguridad está en las calles, con los antisociales, con el crimen organizado. Hay que actuar; pero dentro de la ley”.
No pueden lograrse resultados, pedidos por la ciudadanía, debilitando a las instituciones. O concentrándolas de forma tal, que pierdan el contacto y la cooperación de la ciudadanía. Una policía encerrada en sí misma, sin contacto fraterno con la ciudadanía y más bien involucrada en una tarea en que lo que busca es la acumulación de dinero y vía el rechazo de la cooperación ciudadana, está destinada al fracaso.
Hasta ahora, la policía ha gozado de cierto respeto ciudadano. Pero en la medida en que se involucra en actividades económicos y muestra una inclinación por la acumulación monetaria, le hará perder el poco respeto ciudadano.
En la colonia donde residimos, una “compañía privada”, integrada por un inmigrante campesino y sus dos hijos mayores –que sirviéndonos se ganan la vida honradamente– nos da satisfactorios resultados. Pero una vez que la policía controle todo; y además de la tasa de seguridad nos cobre una cantidad adicional, los compatriotas que nos daban seguridad, perderán la oportunidad de trabajar honradamente. Y nosotros seguiremos financiando la inoperancia de una institución que a estas alturas, debía revisarse para ajustarse a las necesidades reales y efectivas de la población.
¿Los policías no creen en esto? A algunos los ha derrotado la arrogancia, la prepotencia por lo que no pueden ver todo el escenario, pues sólo tienen ojos para sus narices. Necesitamos corregir, pronto y a profundidad, estas antiguas visiones que nos aproximan a un Estado Policial. Necesitamos una policía democrática.
FUENTE: www.latribuna.hn