El venezolano se equipa cada vez más con equipos de alta tecnología y contrata servicios de vigilancia para su protección. De la inversión del sector comercial y corporativo hay cifras, pero del residencial muy pocos datos verificables La mitad de los servicios son en equipos y la otra en empresas de vigilancia presencial
La inversión en el área comercial y corporativa en seguridad privada en promedio al año en Venezuela alcanza USD 100 millones, unos Bs 430 millones al cambio oficial, según Guaicaipuro Hidalgo, director de Coverhost, citando a la Asociación Venezolana de Ejecutivos de la Seguridad (AVES).
De la inversión residencial no hay datos claros pero se blindan vehículos de acuerdo a las tarifas del mercado, incluso sedán, entre USD 20.000 y USD 30.000, al menos en Bs 130.000.
Las compras se hacen básicamente "en equipos de CCTV (Circuito Cerrado de Televisión), control de acceso como los dispositivos biométricos (captahuellas), tarjetas en todas las áreas sensibles de una estructura corporativa, lo cual prevé acceso a las oficinas o depósitos e incluso en los ascensores, para filtrar y regular el ingreso, y para monitoreo de las personas que recorren las instalaciones de una compañía".
También se gasta en la contratación de organizaciones de vigilancia privada, lo cual representa entre el 45% y 55% del total de la inversión. "En este momento ya no se habla sólo de vigilancia para empresas y edificios o urbanizaciones, o escoltas para altos ejecutivos y políticos, sino que ahora también adquieren estos servicios los empresarios medios que requieren garantizar la seguridad de sus familiares y la suya.
El hecho de que miembros de los cuerpos policiales y del Estado aparezcan involucrados en secuestros y delitos graves en el país, asusta a los ciudadanos y los impulsa a obtener servicios de seguridad", apunta el especialista con experiencia de 18 años en el mercado.
Ocurre que los venezolanos se equipan con aparatos electrónicos y alta tecnología, y la combinan con servicios de vigilancia presencial que puede ser disuasiva. La "ironía", comenta Hidalgo, es la relación entre la inversión en compañías de vigilancia y las características del personal que custodia los bienes y personas.
La ecuación no es balanceada al hacer el análisis objetivo sobre la preparación técnica y promedio de estos vigilantes, sus riesgos laborales, el nivel de ingreso y de oportunidades que tienen en sus empresas, versus el objetivo para el cual fueron contratados.
"Venezuela está por debajo de los estándares de seguridad óptimos en Latinoamérica, no hay balance en la ecuación. En la vigilancia privada residencial, los vigilantes son el eslabón débil de la cadena porque prevalece: un bajo nivel técnico, bajo nivel académico, pertenecen a estratos sociales donde hay muchas necesidades económicas y son quienes filtran el acceso a las urbanizaciones y edificios donde hay muchos objetivos para la delincuencia. La fuga de información puede debilitar el objetivo de la compañía de seguridad", afirma el empresario.
CON EL ACENTO EN LA PREVENCIÓN
A diferencia de los países en vías de desarrollo, en las naciones más avanzadas "la gente da un enfoque más preventivo a su inversión, y lo hace en control de daños y detección de modus operandi de la delincuencia.
Además usan los sistemas de seguridad que permiten auditar y monitorear el comportamiento de los ciudadanos involucrados en una infraestructura, generando una cierta cultura y conciencia. Eso es una variable importante en la seguridad ciudadana, hacia donde debemos dirigirnos y nos lo permite la tecnología de punta".
Hidalgo señala que la delincuencia "siempre se muda a un objetivo más fácil", y resulta altamente disuasiva la presencia de cámaras y de otros equipos que les complican su accionar.
FUENTE: www.talcualdigital.com