El problema de la inseguridad es algo que preocupa cada vez más. Nos estamos acercando a pasos agigantados a lo que pasa en México. La ciudadanía tiene recelo de la muerte prematura de sus hijos, algo realmente alarmante. Encuentro que el problema no es que participen las Fuerzas Armadas o equipar mejor a la Policía: hay suficiente personal y bien equipado. Se debe partir por el principio: cambiar inmediatamente la ley que permite a los ladrones obtener la libertad a la vuelta de la esquina.
Que la seguridad sea liderada por los alcaldes que deben disponer del presupuesto adecuado. Que participen todos los entes de la sociedad: la Policía, por supuesto, las Fuerzas Armadas, los medios de comunicación, las organizaciones barriales, la Policía Municipal, los bancos, la seguridad privada, la sociedad civil, etcétera. Si Medellín, en la vecina Colombia, consiguió disminuir radicalmente la delincuencia, ¿por qué no hacer lo mismo en el Ecuador? El Gobierno nacional tiene la palabra, ¡y a ponerse las pilas todo el mundo!
No golpe de Estado, sí golpe de timón
Mi condición de ciudadano libre, democrático y soberano me permite ver que el 30 de septiembre no hubo un golpe de Estado pero sí un golpe de timón. Las FFAA y la Policía Nacional hicieron entender al caudillo que en este país no pueden existir totalitarismos ilimitados y que el poder absoluto tiene límites históricos que no pueden ser pisoteados de la noche a la mañana por tecnicismos alucinantes, e hicieron entender que no se trata simplemente de ganar elecciones para apoderarse del Estado y servirse del pueblo, sino de ser sensato y subordinar el estilo de Gobierno a la ética democrática; dieron un espaldarazo al pueblo al hacer entender al caudillo que no tolerarán un nuevo dueño del país y que las conquistas democráticas son sagradas. Ahora, el futuro depende de cómo el caudillo asimile la inútilmente cruenta lección.
Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional se negaron a perder su institucionalidad histórica, como lamentablemente ha sucedido con otras instituciones democráticas; se negaron a ser casadas con la farsa revolucionarista. En fin, se negaron a ser un instrumento más de la impunidad y la corrupción.
En adelante, nuestra Fuerza Pública debe ser escuchada a través de mecanismos de deliberación, transparentes y jerárquicos, pues, si se les otorgó el derecho a elegir, no se les puede adjudicar la obligación de matar por orden totalitaria.
Las crisis mundiales
"Estas crisis mundiales son crisis de santos". Esta frase la escribió san Josemaría Escrivá de Balaguer, allá por los años treinta del siglo pasado. Como santo que es, tenía toda la razón, más razón que un santo.
No es solo que nos falten grandes santos, el propio san Josemaría o San Francisco Javier o Santa Teresa de Jesús, es que nos falta además la santidad a los demás. Pero no la santidad de grandes obras o grandes milagros: nos falta la santidad en las pequeñas cosas, en lo cotidiano. San Josemaría propone poner a Jesucristo en la cumbre de todas las actividades humanas y santificarse en las cosas pequeñas de cada día, en el trabajo, en la familia, en las relaciones humanas. Les voy a poner un pequeño ejemplo: por diversas cuestiones, he de realizar unas gestiones en otra ciudad y tengo que recurrir a una oficina de gestión. Me atiende una señora o señorita, unas veces por teléfono y en otras ocasiones he de ir personalmente a hablar con ella. Es la educación personificada, además de eficaz en su trabajo, con orden y buena disposición siempre; y, al despedirse por teléfono o en persona, siempre me da las gracias ¡a mí! Cuando el que debería hacerlo soy yo, porque las gestiones las hace ella para mí. Después, me hago la misma pregunta: "¿Yo puedo hacer mejor mi trabajo?".
Es, por desgracia, cada vez mas frecuente ver la chapuza a nuestro alrededor, desde grandes proyectos que ya nacen equivocados, al barrendero que deja la mitad de la basura en el suelo. Bastaría que todos, alguien podría decir los que tienen trabajo, pues los que tienen trabajo y los que no, todos pusiéramos mas de nuestra parte en todas las actividades humanas para que empezáramos a ver al menos el principio del final de la crisis. Y si encima se ofrece a Dios, casi nada.
FUENTE: www.hoy.com.ec