El cura Daniel Siñeriz sufrió anoche un violento intento de robo en momentos en que llegaba a su casa en el barrio de Fisherton. El sacerdote pudo zafar del delincuente, que estaba armado con un revólver, tras un forcejeo y poder cerrar la puerta de calle con una traba.
"Tuve un dios aparte. No se cómo no salió un tiro de esa arma", contó Siñeriz en contacto con el programa "La que se viene" de La Ocho. El religioso no ocultó su preocupación al considerar que el asalto que sufrió anoche fue una consecuencia de no haber seguido pagando el servicio de seguridad privada que está presente en ese sector de la ciudad.
"Anoche, cuando llegaba a mi casa caminando y abro las dos cerraduras de la puerta, siento que me empujan como queriendo entrar. Era una persona armada. Alcancé a empujarlo con la puerta, me lastimé el brazo tratando de rechazar la entrada de este tipo. Por suerte pude trabar la puerta y llamar a la policía", contó esta mañana el sacerdote.
"Como se dice en la jerga, tengo un dios aparte. No se cómo no le salió un tiro. Siempre tomo los recaudos necesarios, bajo del colectivo dos cuadras antes para ir viendo la zona. Fue muy sorprendente. Tengo dos cerraduras que terminaba de abrir y apareció el tipo. Yo siempre tomo recaudos hasta paranoicos", sostuvo el religioso.
Siñeriz sostuvo que "casualmente" hacía dos meses que dejó de pagar el servicio de vigilancia privada que hay en el barrio. "A mi me da a entender que aquí no se trata solamente de que yo pago para que me cuiden sino que pago para que no me hagan nada. Hay una relación directa entre esto que pasó y la cancelación del servicio. En cinco años no pasó nada y ahora de dos meses que no pago la cuota sucedió esto", remarcó.
Siñerez recordó a la Ocho una anécdota bastante llamativa de cuando llegó a vivir a Fisherton. "Hace cinco años, cuando llegamos con mi mamá a vivir acá, un día encontré sobre el auto una servilletita con una advertencia que decía OJO. Desde ese día contraté la seguridad privada", recordó.
"Estamos viviendo el coletazo cotidiano de que gran parte de la delincuencia está organizada y beneficia a la gente que nos tiene que cuidar. Es una estructura delictiva que hace décadas que se viene organizando en esta provincia. Ahora estamos viviendo los momentos más grotescos. La cotidianeidad del delito que nos toca de cerca a partir de la última cadena del eslabón. Esta es una cadena grande que toca espacios de poder muy importantes", remarcó.