Gael con otro foco
Desde mediados de junio Gael García Bernal (36) está rodando Neruda, segunda película del director chileno Pablo Larraín en la que participa el actor mexicano. En esta entrevista, además de su interpretación de Óscar Peluchonneau, uno de los perseguidores del poeta, habla de política, de la pérdida de confianza en las instituciones y de la inseguridad que hoy se respira en su país.
La entrevista debía durar cinco minutos. Ni uno más, ni uno menos. Sin embargo, ese frío miércoles de julio, en una de las oficinas de la productora Fábula, Gael García Bernal se ve entusiasmado. Además de Neruda, la película que dirige Pablo Larraín y en la que él interpreta a Óscar Peluchonneau, el prefecto de Policía de Investigaciones que persigue al poeta, el actor mexicano logra explayarse sobre otros asuntos que hoy le preocupan: la corrupción política, la desigualdad social, la fuga de “El Chapo”, su desavenencia con su presidente Enrique Peña Nieto y la inseguridad que se respira en suelo azteca producto de los altos índices de delincuencia y narcotráfico.
La conversación finalmente se extiende por casi media hora.
-En la película Neruda interpretas a un policía, a quien tú defines como “triste”. ¿Por qué?
-Decir que es triste lo vuelve entrañable. Pero se me hace bonito interpretarlo, porque eso como que aligera y fragiliza al policía. En todo caso, creo que todo policía es triste, no creo que haya un policía feliz.
-Interesante percepción viniendo de una persona que vive en un país con altos índices de delincuencia. Puede que esa sensación provenga de la realidad que enfrenta México. Ahí debe haber bastante trabajo y bastantes policías…
-No sé si hay tantos la verdad. Hay más seguridad privada que pública. Y creo que aquí en Chile pasa lo mismo. Hay más seguridad privada que policías.
-Julieta Venegas señaló en una entrevista la semana pasada que siente un “dolor profundo” por la inseguridad que hay en México. Y que su nuevo disco está inspirado en ello. ¿Cómo enfrentas tú este asunto?
-Yo más que referirme a la delincuencia, prefiero utilizar el término inseguridad, porque es un término más anímico. Porque la delincuencia es cuantificable, medible, en cambio la inseguridad es una expresión un poco más abstracta que, es verdad ése es el problema, la inseguridad genera temor, genera pánico, y el miedo es lo más peligroso. Es mucho más peligroso que la delincuencia en sí.
“Hoy, Chile es el país más desigual de la OCDE y le sigue México… y eso ya en sí siento que define una guerra civil de bajo impacto que se está viviendo”.
-¿Cómo así?
-El miedo es un generador de división, de distanciamiento. Hoy en día, Chile es el país más desigual de la OCDE y le sigue México… hecho que en sí define una guerra civil de bajo impacto que se está viviendo. La gente se pregunta por qué tantas personas tienen tanto y ¿está bien que tengan tanto cuando tanta gente tiene tan poco? Me parece que frente a ello no hay una respuesta clara, y eso produce una inseguridad tremenda, una falta de justicia social, genera muchas cosas que hace que vivamos en este entorno con pánico, que nos temamos unos con otros…
-O que distintos sectores se enfrenten. No sé si estás al tanto de lo que está pasando aquí: hay conflictos políticos y económicos, discusiones entre el mundo privado y el público y desconfianza en los políticos y las instituciones.
-Sí pues. Creo que la raquítica y anquilosada narrativa de los políticos hoy es confiar en las instituciones que ellos defienden. Sin embargo, esas instituciones son las primeras en entorpecer el proceder honesto y la legalidad, se convierten en estructuras que sirven al poder y que, por ende, son corruptas. Entonces, creo que es difícil que después tenga alguna cabida el discurso de confiar en las instituciones. Esta conversación nos está llevando directamente al Chapo.
-¿En qué sentido?
-Siento que mucho más grave que la fuga de “El Chapo” (Joaquín Guzmán, el narcotraficante más buscado del mundo), es el hecho de que no haya habido justicia con los 43 estudiantes que mataron en Iguala. Siento que es más grave que no haya habido un proceso legal en contra de las personas responsables de la guardería pública que se quemó hace cinco años, donde murieron 49 niños. ¡Vivimos en un régimen de impunidad total! ¡¿Entonces cómo chingados confiar en cualquier institución, entiendes?! Ahí es ya donde entra lo ridículo. Que se fugue “El Chapo” ya no es sorpresivo, es como “claro, lógico”. La verdad es que tenemos un gobierno espantoso en México…
-¿Y cómo evalúas a tu presidente, Enrique Peña Nieto?
-Tendría que elaborar una especie de ciencia ficción al estilo Planeta de los Simios como para poder decir que me gusta algo de lo que haya hecho, porque no puedo decir nada, no hay elementos que puedan sustentar algo interesante. Siento que es un presidente acartonado, para nada interesante, y lo que me sorprende es que no entiende y que no creció con esta noción del bien común. Y eso es lo más doloroso.
“La corrupción no es algo cultural”
El protagonista de Amores Perros llegó a Santiago, Chile, a mediados de junio. Desde ahí ha viajado con los hermanos Larraín y parte del elenco –Luis Gnecco es Pablo Neruda; la argentina Mercedes Morán es Delia del Carril; Alfredo Castro interpreta al presidente Gabriel González Videla– a Valparaíso, el sur de Chile, Buenos Aires y, este mes se instalará en París donde filmarán las últimas escenas de la película. Ahí retratarán los días finales de su clandestinidad, época en que tras ser perseguido durante el gobierno de Gabriel González Videla, fue recibido por el pintor Pablo Picasso.
-¿Cómo surge el llamado de Pablo Larraín, director de la película Neruda, para ofrecerte el personaje de Óscar Peluchonneau?
-El año pasado me llamaron Pablo y Juan, en conjunto. Fue una llamada particular, porque querían hablar conmigo de trabajo. Nosotros nos hablamos muy seguido como amigos, nos llamamos para saber cómo andamos, pero un día Pablo me mandó un mensaje para decirme: “Quiero hablar contigo de trabajo”. Ok, le dije, llámame, te espero. Entonces, al hablar con los dos, me dicen: “Te queremos ofrecer este personaje”. ¡Ah, fantástico!, les dije al tiro. Antes de leerlo les dije que sí, ¡evidentemente, claro que sí!
“La corrupción que ahora enfrenta Chile es algo que tal vez sucede hace muchos años. Lo que pasa es que ahora somos ciudadanos que queremos señalar y terminar con todos estos actos. Y somos menos tolerantes ante los abusos también”.
-¿Qué fue lo que te atrajo del personaje?
-Primero que todo, ¡me encantó trabajar con ellos! Me pareció una experiencia increíble. Éste es un personaje muy divertido, nunca había tenido la chance de ser un policía, un perseguidor, y creo que ahí está lo interesante también, pues estamos haciendo una especie de juego con el género, respetando los arquetipos del perseguidor y del perseguido y jugando con la intertextualidad del poeta, la parte literaria y cómo ese perseguido requiere y añora que el perseguidor se la ponga difícil también…
-Ésta es su segunda película en Chile. ¿Cómo defines tu relación con nuestro país?
-Mi relación con este país es todavía como de pruebas o “probaditas”, me estoy dejando el plato fuerte para después. Porque me gusta dejar cosas pendientes. Hay lugares que conozco bastante y otros que no conozco y vendré en otras ocasiones, ya sea de vacaciones o trabajando. Chile es un país como México para mí, donde me siento muy en casa, en Argentina me pasa lo mismo, en Brasil también, en Colombia, en Cuba… en Latinoamérica a fin de cuentas. Me siento muy hermanado con Chile, es un lugar donde he trabajado con gente increíble, quiero mucho a muchas personas de aquí. No fue una experiencia fundamental en nuestras vidas, nos la pasamos muy bien, es una película que va a tener una larga vida y eso es lo que uno siempre desea con ellas…
-Se la recomendaste a Peña Nieto, para, te cito, “cuestionar lo que uno entiende por democracia”…
-Pues sí, sería bueno que él y los políticos en general la vieran, porque No plantea una pregunta aguda y terrible acerca de la democracia. Y muy justificada además, porque existe un descontento muy grande frente a la democracia.
-¿Y cuál es tu opinión de nuestra presidenta, Michelle Bachelet?
-No podría hablar con ninguna autoridad de ella porque no la conozco bien.
-¿Te sorprendió que Chile estuviera envuelto en casos de corrupción? ¿Creías que éste era un país donde esas irregularidades no pasaban? ¿O eres de los que piensa que es parte de la esencia de Latinoamérica?
-Ahí es donde caemos en una trampa muy clásica, de un latinoamericanismo muy tramposo que justifica estos episodios y dice: “Bueno, esto es cultural”. No creo que sea cultural, porque todos los que estamos aquí queremos que haya justicia para todos. Y creo que somos más los que queremos que las cosas funcionen a través de un régimen de libertad, de justicia y de igualdad. Peña Nieto dijo que la corrupción es parte de la cultura de México… Imagínate a un presidente, un estadista, diciendo eso. ¡Qué poco nivel de abstracción! ¡Qué capacidad tan absurda de explicar un problema y de justificarlo!…decir “es cultural”. ¡No es cierto!
“Mucho más grave que la fuga de “El Chapo” es que no haya habido justicia con los 43 estudiantes que mataron en Iguala. ¡Vivimos en un régimen de impunidad total! Tenemos un gobierno espantoso en México”.
-Coincide que en varios países de Latinoamérica los índices son elevados…
-Pero no es cultural, no está integrado a nuestro ADN en lo absoluto, no es parte de nuestra cultura, por el contrario, estamos haciendo una lucha en toda Latinoamérica para extirparla, para extirpar la corrupción y poner el dedo donde esto sucede. A ver, la corrupción que ahora enfrenta Chile es algo que tal vez sucede hace muchos años. Lo que pasa es que ahora somos ciudadanos que queremos señalar y terminar con todos estos actos. Y somos menos tolerantes ante los abusos también.
-En 2012 participaste en un conclave contra la prohibición de la marihuana. ¿Piensas que este tipo de libertades ayudan a disminuir la drogadicción y delincuencia? Hoy en Chile hay un debate en torno a este asunto.
-Las palabras importan mucho, así es que primero quiero decir que partidario no lo soy. Pero creo que la marihuana es una de aquellas drogas hoy consideradas como ilegales que podrían ser despenalizadas sin ninguna consecuencia. O sea, en términos económicos y en términos de salud, no habría ninguna consecuencia porque nadie se ha muerto de un pasón de marihuana. Es el argumento más contundente para decir que no es un problema de salud.
-Hay quienes aseguran que la marihuana puede conducir a drogas más fuertes, mientras que otros rechazan esa teoría.
-Obviamente que hay que concientizar más su consumo y todo el rollo, pero la marihuana no es ningún problema. En cambio, las otras drogas sí conllevan problemas de salud y de adicción muy fuerte y tiene que haber un proceso gigante de educación al respecto. Que existe un atasco en términos económicos reales sociales en torno a que todavía sean tan criminalizadas ciertas drogas, y que aquello genere un daño tan generalizado, es verdad.
-¿Cuáles son tus expectativas con esta película que estás rodando? Tu última producción aquí tuvo record de audiencia…
-No tuvo mucha resonancia en el mundo entero y ahora que estamos filmando esta película las expectativas son otras. No digo que hay una presunción de que ésta vaya a funcionar a la par, sino que de otra forma. Ojalá tenga una trascendencia aún mayor que la de No, pero el objetivo no es equiparar aquello, es hacer un monstruo muy honesto y que después tenga el viaje que debe tener.
Fuente: capital.cl